miércoles, diciembre 14, 2005

Noticias

Hace tiempo que dejé de ver las noticias, de leerlas y de escucharlas; al menos activamente. Si ponen ante mis ojos los titulares, no puedo dejar de mirarlos, pero no voy a ir a buscarlos, desde luego. Sólo verlos me produce tristeza. No se salva ni uno.

Por un lado, las noticias nacionales, que son como para echarse a temblar. El otro día, sentada en el metro, leí un trozo de una noticia por encima del hombro de la persona sentada a mi lado. Era uno de esos periódicos sensacionalistas... El Metro, creo. Ponía que uno de estos "catalanes" (y lo pongo entre comillas, porque catalanes hay muchos, todos distintos y en una riquísma variedad) acusaba a la campaña de boicot a los productos catalanes como "persecución nazi". Me pregunto yo qué opinaran las empresas a las que ellos han listado en una web porque no ponen las etiquetas en catalán; o los inmigrantes de otras Comunidades Autónomas de lenguas maternas distintas de la suya, que no pueden escolarizar a sus hijos más que en catalán. Aunque, tampoco seamos necios, pasa lo mismo en todas las comunidades con lengua propia. Sospechoso, cuando menos...

Desde luego, si te toca de peque, pues una lengua más que aprendes, pero si te toca con 15 'o 16 años... La faena tiene que ser tuya. Además, yo me siento discriminada. ¿Por qué a mí nadie me da la oportunidad de aprender una lengua más aquí en Madrid? ¿Por qué no pueden ofertar a cada uno todos los idiomas y que cada uno elija? Vamos, digo yo... Por aquello de que cada uno eduque a sus hijos como mejor le parezca, siempre desde el respeto y la solidaridad.

Sin embargo, es complejo educar en el respeto, cuando dejas que los alumnos hagan lo que les dé la gana sin ton ni son; cuando los profesores no tienen modo de pararles los pies; y los padres no tienen tiempo para ellos. La responsabilidad se diluye y cada cual hace lo que buenamente puede para sobrevivir a su parte.

Al final, los chavales callejean y se asocian, formando grupos no siempre recomendables, dándose al acoso escolar y destrozando el mobiliario público (y la cara de alguno también). El miedo y la crispación de adueñan de los débiles y los fuertes ejercen su hegemonía.

Además, está el famoso tema de la Cope, que a todos les gusta tanto. Los unos acusan a los otros de manipular la información e incitar a la intolerancia, o algo así. Los otros, encantados, porque así pueden quejarse de la represión. Todos son noticia y tan contentos.

Lo que me preocupa es que, realmente, se puede observar que nuestro país se tambalea. Unos y otros se miran con recelo. Los que ayer eran hermanos y compañeros, hoy son enemigos, porque viven en Comunidades Autónomas distintas. Parece que la política es si no pienas como yo, eres un reaccionario, un comunista, un antipatriota o un intolerante.

¡Y esto sólo en la sección nacinal! Si miras fuera, entre la violencia en Francia, el incendio en Inglaterra, las guerras (y no sólo la de Iraq, que no es la única, por desgracia), el terrorismo, las guerrillas, los desastres naturales, los humanitarios... Parece que nadie se salva.

Después, miras alrededor y te enteras de que el hijo del vecino ha tenido un accidente de moto, a una amiga de tu madre le han detectado un cáncer de mama y que a tu novia se le ha muerto el periquito (pongo "novia" para que no haya malentendidos...).

Y me pregunto yo: ¿Es que no pasan cosas buenas en este mundo? ¿Estamos solos a nuestra suerte en un planeta hostil? ¿Hay sitio para nosotros en este estructura social que nos hemos inventado?

La respuesta es simple: Sí.

Esta tarde, cuando volvía de Madrid, he visto como unos niños del C.E.I.P. Príncipe de Asturias (Cantoblanco) hablaban con una anciana de la residencia de al lado a través de la verja. Es precioso ver cómo los niños y los mayores se entienden tan bien, mientras los "adultos" se pasan el día ocupados.

Y algunos se ocupan con razón, porque tengo un amigo que es trabajador social y está encantado con las personas discapacitadas con las que desarrolla su profesión, que, si bien dan un poco de guerra, trabajan y tienen una vida bastante normalizada.

Además, ayer vi cómo una chica ayudaba a un ciego a cruzar la calle. O quizá fuera al revés, porque con los semáforos sonoros se les ayuda a poder moverse con más soltura por el mundo.

He visto a los niños jugar. Uno trepaba por una cuerda, mientras una niña corría por la calle. Hacía frío, pero su frenético movimiento no les dejaba sentirlo.

Me he encontrado con unas alumnas de hace un par de años. ¡Cómo han crecido! Ya van al instituto. Salen con las amigas, charlan, hacen los deberes, sacan sus asignaturas y algún día serán unas chicas de provecho.

En mi pueblo están todos locos. Tienen tantas ganas de hacer algo chulo estas navidades, que en dos días se nos han juntado tres conciertos para recaudar fondos para distintas causas. Además, dentro de nada serán las campañas de kilo-litro, tanto la de los católicos, como la de los evangelistas, que se ponen de acuerdo en estas fechas del año para ayudar a los demás.

Y, sí, quedan sólo 10 días para Nochebuena. No sé vosotros, pero en mi casa lo vamos a celebrar. Mis tíos y mi abuela vendrán y nos juntaremos todos para vivir estas fechas en familia, como debe ser. Y también habrá tiempo para los amigos, estudiar un poco y recordar los viejos tiempos con esas personas que ya no son parte del día a día, pero que tienen un rinconcito especial en el corazón.

¿Por qué no nos lo curramos un poco y buscamos esas buenas noticias que nos rodean, en lugar de regodearnos en nuestra desdicha? Quizá estemos perdiendo la oportunidad de sonreir. Yo no pienso hacerlo, ¿y tú?

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¿Tú no sonríes?

Dedicado a aquellos que son capaces de hacernos sonreir.