lunes, diciembre 25, 2006

Hoy nos ha nacido...

Hace meses que no escribo, no porque no me haya sentado aquí frente a una entrada vacía, sino porque no he conseguido encontrar nada sobre lo que escribir que mereciera la pena. No es que no haya pasado nada en estos meses, es una simple cuestión de falta de inspiración, pero ya había escrito sobre eso en septiembre de 2005.

Hoy nos ha nacido un Salvador: El Mesias, el Señor. (Lc 2, 11)

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Ésta es la afirmación que con más fuerza se repite en la Misa del Gallo, y a lo largo de todo el día de Navidad.

Supongo que os habréis dado cuenta de que nunca he pretendido (ni pretendo) que éste sea un blog dedicado a la fe y al debate teológico, aunque, por supuesto, que yo sea cristiana ha imprimido un cierto matiz a todo lo que he escrito, puesto que la religión es una parte fundamental de mi vida.

Esta ocasión no es diferente, no pretende contaros que lo dicen los Evangelios sobre la Navidad, ni siquiera lo que han dicho la Iglesia y el clero. Sin embargo, quería rescatar el verdadero espírito de la Navidad, porque parece que ahora incluso esa palabra empieza a sonar como un tabú.

Dicen que Jesús no nació en estas fechas, y puede que tengan razón. En realidad, la Navidad (que significa "natividad", "nacimiento") conmemora el nacimiento del Mesías justo ahora para que coincida con el solsticio de invierno, el día más corto del año, el más oscuro, áquel con la noche más larga... El motivo es realmente poético y de una belleza inmensa desde el punto de vista simbólico, ya que se entiende que el Salvador del mundo se hace presente en medio de la oscuridad, para traer la Luz, dado que a partir del día siguiente los días son más largos, lo que implica que la luz vuelve a adueñarse del mundo poco a poco.

Adornos, portales de belén, banquetes, regalos, reencuentros familiares y de amigos, deseos de paz y solidaridad... La Navidad es la fiesta más importante del año para unos y la más odiada para otros. En general, acaba siendo el momento en que recordamos todo aquello que hemos dejado atrás, todas las personas que no volverán a estar con nosotros, todos los sueños que no hemos cumplido este año, todas las cosas que no volverán a ser iguales. Y, sin embargo, con el comienzo del año, volvemos a hacer nuevos propósitos y un rayo de esperanza se cuela en nuestros corazones, por mucho que intentemos mirar a otro lado.

En cualquier caso, y como sea que cada uno la viva, la Navidad es siempre una época del año con señas de identidad propia y, nos guste o no, es una fiesta históricamente sustentada por la religión cristiana en todo su abanico de posibilidades. Creamos o no creamos en Dios, lo hagamos o no lo hagamos de esa manera, es el nacimiento de Cristo lo que celebramos, ese hombre que unos creen Dios, otros un gran profeta, otros un idealista, algunos un papanatas y del que, incluso, se ha dicho fue "el primer comunista". Fuera como fuere, está claro que es todo un icono de nuestra cultura, pues su persona, su nacimiento, lo que celebramos hoy (aunque sepamos que el calendario gregoriano no es todo lo exacto que sus precursores desearon), ha marcado tanto la cuenta de los años, como el curso de la historia de occidente, especialmente la europea.

Es innegable que los valores del cristianismo han marcado todo el devenir de nuestra historia y que las instituciones fundadas a la luz de la fe (y no sólo me refiero a la Iglesia Católica, sino también a la Luterana, Calvinista..., por no hablar de las monarquías que se han amparado en el mandato divino para perpetuar su poder y otras tantas) han tenido una transcendencia tal a través de los años y las épocas que sería infantil pensar que aquel carpintero que murió en una cruz a los 33 años no ha tenido nada que ver con el mundo en que vivimos. Eso sí, que nadie se engañe e intente culparle de todos los males, porque si conceptos como la igualdad, la solidaridad, la caridad, la fraernidad... y tantos otros salen de nuestros labios con tanta naturalidad, es porque Él y su más fieles seguidores han sido capaces de ver la humanidad como algo con esperanza, algo que podía dar más, que podía ser mejor; y han apostado por ella.

En pocas palabras, me parece que robar al Niño Jesús del portal, o el portal mismo si me apuras, es falsear la verdad e intentar ocultar los hechos que, en parte, nos han convertido en lo que somos, nos han traído a donde estamos y nos han ayudado a ver el mundo con una visión optimista y esperanzada. Sé que hay enemigos de la Iglesia, del cristianismo y de toda profesión religiosa, porque saben que la fe es un arma más poderosa que la razón (puesto que no es racional). Sin embargo, hay un hombre que es más que eso, que es un icono de nuestro tiempo, de nuestra historia y que aún tendrá mucho que decir en nuestro futuro, porque su mensaje contiene grandes verdades que somos capaces de reconocer, por mucho que nos escuezan.

No hablo de fe, hablo de verdad, y la verdad es que la Navidad celebra el nacimiento de un hombre formidable, capaz de mover montañas, que siendo un pobre carpintero puso contra las cuerdas al poder de su tiempo, que muerto derrotó un imperio y cuyos seguidores han hecho las más hermosas y algunas de las más terribles cosas en su nombre (muchas veces ignorando sus enseñanzas). Si a eso añadimos que algunos consideran que es algo más que un hombre, que es Dios encarnado y que se dejó clavar en una cruz para salvar al mundo; podemos estar de acuerdo en que es alguien de suficiente importancia como para ser recordado. Y es de ahí, no de otros lugares, de donde nace esta fiesta. Así que:

¡Feliz Navidad!

Dedicado a la familia Jiménez y a Arcángel, al que todos echamos de menos.

martes, abril 18, 2006

La triste ignorancia

Llevo unos cuantos días dándole vueltas a distintos temas y conversaciones que he tenido con las personas de mi entorno en los últimos meses. ¡Qué tristeza tan grande!

No sé si os habéis dado cuenta, pero estamos abocados a la incultura y el analfabetismo. Me deja atónita comprobar que personas teóricamente formadas, con estudios universitarios, con un haber a sus espaldas..., participan en un debate basando sus argumentos en cosas que han visto en una película, una serie de televisión, un programa de telebasura, un novela, una revista sensacionalista...

¿Dónde quedaron la revisión bibliográfica, las entrevistas a personas con opiniones autorizadas, la capacidad crítica de la gente...?

Hoy día, cualquiera puede opinar sobre lo que le plazca como si supiera de qué está hablando. Pero lo peor es que se ponen a la misma altura las críticas del experto que ha dedicado su vida al estudio del caso en concreto y la de una persona que apenas sabe leer y escribir.

Me parece infame que nos estén robando la cultura, pero no son las SGAE, señores (aunque intenten cobrarnos hasta por respirar); es la falta de educación y capacidad crítica lo que está minando nuestro acceso al conocimiento. Parece que a nadie le importa si lo que dice es efectivamente cierto, o una simple opinión sin fundamento. Todo vale. Todo sirve. Todo es relativo y, como la verdad no existe, pues yo digo y pienso lo que me da la gana. Nada es mentira, sólo otra perspectiva, tan falsa como todas las demás, pues no hay nada cierto en el mundo.

Así, no es de extrañar que la gente sea tan infeliz y esté tan triste. Hay personas a las que da pena oír reír, tan patente es su grado de desesperación. Los adultos están amargados y los jóvenes no tienen esperanza. Sólo los niños, que aún son ilusos y creen que hay un límite entre el bien y el mal pueden sentirse felices, hasta que maduran y descubren que todo es mentira: No hay buenos ni malos, sólo bobos y listillos. ¡Así no me extraña que se den a la bebida, las drogas, el sexo sin sentido y todo tipo de sistemas de evasión que les alejen de esa realidad tan vacía y sin sentido que se les presenta!

Pues lo siento, señores políticos, poderosos, ricos, hipócritas varios, filosofillos de tercera, columnistas amargados, periodistas aburridos, ideólogos vacíos... Lo siento, porque son ustedes una panda de mentirosos que están robando a la gente la posibilida de ser felices, así que yo, en este humilde blog, voy a destapar aquello a lo que ustedes tanto temen:

LA VERDAD EXISTE.

Ya está, lo he escrito. Ahora sólo me falta hacer una campaña en la tele, como la de "Teruel existe", y la gente empezará a creerlo. Bueno, el hecho de que lo ponga en internet ya le da cierto caché a la frase, pero si saliera en la televisión, sería una verdad irrefutable.

Pero eso no es todo, voy a dar un paso más, uno que os va a dejar boquiabiertos. Alguno se va a morir de dislocación maxilar de ésta y todo... Voy a igualar dos cosas en una afirmación tan cierta, que incluso va a doler a los ojos:

VERDAD = AMOR


Lo sé, estoy loca, nadie podría creerse algo tan serio, algo tan imporante, algo tan descabellado, algo tan cierto... Nadie querrá creer en algo que compromete tanto, que supone tanto, que implica tanto...

Mi amigo Carlos me decía ayer: La gente necesita tanto creer que lo que dice la tele es verdad... Porque si no lo es, si es cierto que hay algo más, eso implicaría comprometerse.


No tengáis miedo. No tengáis miedo a la verdad, porque la verdad os hará libres. (Jn 8, 32)

No tengáis miedo a ser felices, porque aún falta una parte de la ecuación, algo que todavía queda por poner, queda por decir:

VERDAD = AMOR = FELICIDAD


Y ahí se resume todo, queridos amigos míos, TODO. Ahí tenéis la respuesta a la gran pregunta, ésa que todos nos hemos hecho alguna vez:

¿Cuál es el sentido de la vida?

Bucar la VERDAD, que no es otra cosa que el AMOR, para poder ser FELICES.


Dedicado a los locos y soñadores que creen que ser feliz es posible.

lunes, abril 10, 2006

El Retorno

Pasados unos meses, vuelvo a mi España natal y me encuentro con que nada ha cambiado, pero todo es distinto.

Cuando me marché, los políticos abochornaban al país con sus actuaciones, y siguen haciéndolo; medio Madrid estaba en obras, y sigue estándolo; la gente se dejaba llevar por el borreguismo imperante, y sigue balando; tenía buenos amigos, y sigo teníendolos...

Lo único que ha cambiado es el lugar en que todas estas cosas ocurren: Nuevos temas en los que los políticos osan opinar (con lo guapos que están calladitos...) la zanja que estaba a 50 metros norte de casa, ahora está a 50 metros sur; llega la época de esquilar las ovejas (que son las mismas, pero con menos pelo); los amigos antes charlaban sobre la universidad, y ahora sobre el curro (nos hacemos mayores...)...

El caso es que da igual lo lejos que te marches, nada cambia esencialmente, sólo de forma circunstancial. Si lo piensas, asusta. Por un lado, porque no avanzamos y no conseguimos que las cosas sean mejores de un modo radical y, por otro, porque te has perdido esas pequeñas cosas que hacen la vida interesante y que, en el fondo, son las más importantes.

El mundo sólo se mueve en las grandes revoluciones, porque tiene una inercia demasiado grande como para poder desviarse de su camino, a menos que se le aplique una fuerza muy intensa. Sin embargo, la vida se mueve gracias a las pequeñas cosas, esos detalles que la hacen especial, única y cada día diferente. Un plato de arroz no puede acabar con el hambre del mundo para siempre, pero puede ser mi cena esta noche.

A veces, queremos cambiar el mundo con nuestras obras, sin darnos cuenta de que es demasiado, mucho más de lo que está a nuestro alcance. Sin embargo, podemos cambiar cositas muy pequeñas de nuestro entorno, que hagan la diferencia para los demás. Quizá la suma de todos esos detalles de que somos capaces, propicien una nueva revolución que nos lleve a dar otro paso adelante hacia un mundo mejor para toda la humanidad.

Como decía la campaña de Manos Unidas (1997): Cambia tu vida para cambiar el mundo.


Dedicado a las personas que son para mí esos pequeños detalles.

viernes, febrero 17, 2006

Sobrevivir a la convivencia

Llevo ya casi cuatro semanas en la otra punta del mundo, casi sin poder comunicarme con la gente a la que quiero y con muy poco tiempo libre en general. Por ello, paso casi todas las horas del dia con la misma gente: La gente que trabaja conmigo.

En principio, puede parecer una buena cosa: Son del mismo pais que yo, hablan el mismo idioma, nos conociamos antes de venir... Pero tambien tiene sus pegas: La convivencia.

Ya lo decia mi madre: 'De visita, todos somos muy majos.' La sabiduria de las madres, seguro que os suena.

Es curioso como las manias de alguien nos pueden resultar curiosas, incluso divertidas, cuando nos llegan en dosis moderadas. Sin embargo, estar dia tras dia con las mismas personas hace que se terminen las gracias y empiecen los roces. Cuando pasas hora tras hora con la misma gente, se acaban las cosas que contar, porque no te ocurre nada nuevo que al otro no le haya pasado. Al fin y al cabo, la cosa mas interesante que te ha pasado en el dia, es la cosa mas interesante que le ha pasado al otro, y ambos fuisteis testigos.

Si a eso le sumas que eres friki, una criatura mas rara aun que un ornitorrinco, a la que se trata con el mismo desprecio que cualquier otra minoria, puede ser aun mas duro. Por tanto, voy a compartir con vosotros mis trucos para una buena convivencia diaria con personas 'supuestamente normales':

1. Se tu misma. Mas tarde o mas temprano, se hartaran de ti, vale la pena que sea de ti, y no de una imagen estupida que intentes dar.

2. No te averguences de lo que eres: Si eres friki, eres friki. Si eres cristiana, eres cristiana. Si te gustan los dulces mas que a un tonto un lapiz... Ten cuidado con tu dieta (este pais es terrible a nivel de alimentacion).

3. Cuando estes en medio de una conversacion que no entiendes (las noticias del corazon, por ejemplo), no desconectes de la conversacion totalmente, porque tarde o temprano pasara. Pero, SOBRE TODO, ni se te ocurra preguntar quien narices es esa tia de la que hablan, porque sera la exnovia de algun famoso y estaras haciendo el ridiculo.

4. Ten cuidado con lo que cuentas de tu vida personal. No importa que cuentes anecdotas sobre que te situen como lo que eres: Una autentica friki; pero hay cosas de las personas que es mejor no saber. No muestres todas tus cartas.

5. Si se meten contigo, unete al club. No vas a poder evitar ser objeto de risas y sarcasmos en algun momento, asi que es mejor que te rias con ellos, para luego poder reirte de ellos (sin que ellos se lo tomen a mal tampoco).

6. Intenta encontrar en todos algo que te guste. Es dificil que te lleguen a gustar todas las cosas de otra persona (no te pasa cuando te enamoras, te va a pasar con los compis del curro), pero todos tenemos cosas buenas, es cuestion de buscar. Cuando las encuentres, conviertelas en un mantra cuando esa persona haga algo que te moleste; evitara que cojas manias estupidas a la gente.

7. NUNCA discutas. Si discutes con alguien, siempre acabaras peor que cuando empezaste. Intenta controlarte cuando te enfades por cualquier tonteria y plantea las cosas con calma. Vas a tener que seguir viendo la cara de esa persona todos los dias muchas horas, es mejor que nunca haya surgido un roce serio.

8. Si dos personas discuten, NO TE METAS. Lo que pasa entre dos personas, debe quedar entre ellas. Nunca tomes parte por ninguna, ni te pongas en contra de ningun companero (esto solo se aplica a los companeros, si alguien se mete con los tuyos, sacales los ojos como escarmiento).

9. Busca momentos para ti. Estar solo no es malo, cuando uno lo elige. Es mejor elegir estar solo, que sobrar en alguna parte. Ademas, cada uno necesita su espacio: Busca el tuyo y respeta el de los demas.

10. Se feliz. Este es el punto mas importante. Ante todo, no olvides que eres feliz. La felicidad es algo que no debes dejar en manos del azar. La felicidad no es una situacion, es una actitud ante la vida: NUNCA DEJES DE SER FELIZ.


Dedicado a mis compis, que me muestran cada dia que convivir es posible.

jueves, enero 26, 2006

Koalas, canguros... Aun no he visto ni uno...

Hace tiempo que no escribo y observareis que en esta entrada no hay un solo acento, ni una sola letra de esas que parecen una ene, pero que tienen un gorrito encima. Ademas, no abrire ningun interrogante, ni signo de exclamacion.

En efecto, no tengo un teclado de los nuestros, ni permisos en este ordenador como para hacer una entrada en condiciones. Pero bueno, es mejor que nada. Ademas, tenia bastantes ganas de escribir, asi que he decidido lanzarme.

Ahora mismo, estoy en Autralia, trabajando como una campeona. Asi sera los proximos tres meses, porque estamos aqui para los Juegos de la Commonwealth, un campeonato en el que, como dice mi jefe: Los anglosajones recuerdan que una vez fueron un gran imperio y les ayuda a sentirse importantes.

Y os preguntareis que os importa a vosotros mi vida y para que os estoy contando todo esto, pues para introducir esta entrada, claro, que, en esta ocasion, va a tratar sobre los topicos de la vida.

Cuando le decia a la gente que venia a Australia, todo el mundo me decia que le trajera un canguro, un koala, un kiwi, que llevara fotos de la barrera de coral... Pero esto no va asi, se trata de un monton de topicos que, como siempre, tienen un atisbo de verdad, pero no son reales del todo.

Ni koalas, ni canguros, ni kiwis... Lo unico un poco mas exotico que he visto ha sido un lemur que estaba trepando a un arbol en uno de los parques cercanos al hotel en que vivo. Y, bueno, la barrera de coral queda un poco a desmano de Melbourne, ciudad en la que me encuentro.

La verdad es que siempre que viajo es lo mismo, los mismos estereotipos sobre los lugares a los que uno va y sus habitantes, mas basados en la ignorancia que en el verdadero conocimiento de quienes te los transmiten. Nosotros hacia el lugar al que vamos, ellos del lugar del que procedemos, el caso es que todos tenemos muchos esquemas desfasados sobre la vida de los demas y, claro, cuando te pones a hablar con la otra persona, te das cuenta de que, en esencia, somos lo mismo, pero de un modo diferente.

Tolerancia y respeto son las claves de la convivencia en un mundo cada vez mas global. Si te acercas al otro y te molestas en conocerle, en comprenderle, en profundizar en sus motivaciones, su historia, su vida y cuanto ha marcado su cultura y su vida, te daras cuenta de que hay mucho que descubrir en los demas, en sus paises y en sus culturas. Si en lugar de imponer nuestros modelos culturales nos molestaramos en entender las razones que llevan a los demas a actuar, todo seria mas facil y hermoso, y podriamos ofrecer un futuro mucho mejor a los que vengan despues; porque la cultura es una riqueza.


Dedicado a aquellos que pasan conmigo estos dias y aventuras.

lunes, enero 02, 2006

Superyo

"Porque cuando soy débil, soy fuerte." (2 Corintios 12, 10)

Esta frase siempre me ha impactado. ¿Cómo se puede ser fuerte si se es débil?

Observo que en el mundo no hay sitio para los débiles. En general, los niños reciben una educación de tercera, los ancianos son tratados como trastos viejos de los que uno no sabe cómo dehacerse, los enfermos son mirados con recelo, los pobres tienen lo que se merecen, los inmigrantes son sospechosos, los discapacitados no tienen derecho ni a nacer... Vamos, que uno tiene que ser capaz de salir adelante por sí mismo con el mínimo de ayuda posible y procurar mostrarse firme a lo largo de toda su vida, si no quiere acabarse en ninguno de los casos anteriores; aunque está claro que todos estamos discapacitados para algunas cosas, que seremos viejos y que, pase lo que pase, no moriremos en perfectas codiciones de salud.

Si lo pensamos, somos una de las criaturas más débiles de la creación: Nacemos en un estado lamentable que no nos permite siquiera alimentarnos, aferrarnos a nuestra madre o evitar hacenos nuestras necesidades encima. Morimos de un modo muy parecido, en el mejor de los casos; atrapados por la senectud de un cuerpo limitado en sus movimientos, sus capacidades, sus posibilidades... Vivimos en una carne muy frágil, que se quema al sol y cuando hace frío. Nuestros huesos se quiebran con facilidad y luego nunca vuelven a ser lo que fueron. Ése es el precio que pagamos por ser unas criaturas tremendamente adaptativas. Es cierto que las ratas y las cucarachas también lo son, que podrían sobrevivir más allá de lo que nosotros seríamos capaces de soportar. Sin embargo, es gracias a nuestros excesos y podredumbres que son tan prósperas. Sin nosotros, no serían más que otros limitados animales en medio de un mundo lleno de predadores.

Quizá por lo débiles que somos, nos empeñamos en demostrar nuestra fuerza, nuestro poder, nuestra capacidad. Queremos poner límites al mar, decidir el curso de los ríos, atravesar las montañas, regar el desierto, barrer la playa... Nos sentimos capaces de elegir cómo debe ser el mundo, de modelarlo según nuestros designios... Pero el mundo se rebela y, cuando lo hace, contamos en miles nuestras perdidas; pero no en miles de euros, sino en miles de vidas.

He aquí nuestra filogénesis, nuestra lucha como especie: Creernos amos y señores de cuanto nos rodea.

Pero, ¿y nuestra ontogénesis? ¿Qué sucede en el interior de cada uno de nosotros? Que reproducimos a un nivel mucho más pequeño, limitado y doméstico lo que hemos heredado de nuestros padres, tanto de sus genes, como de sus obras.

En este caso, nuestra debilidad debe quedar oculta convenientemente. Nadie debe saber cuándo sufrimos, qué nos hace daño, porqué lloramos, ni qué es lo que nos hace realmente felices. Nuestro mayor secreto es que amamos, porque nos pone a merced del otro. Escondemos nuestros sentimientos e intentamos ser felices en las sonrisas que se desvanecen, en lugar de en la sangre que fluye. Una coraza envuelve nuestra alma, igual que la ropa envuelve nuestro cuerpo.

El tiempo pasa y la carcasa que nos cubría se vuelve uno con nosotros. Llega un momento en que estamos tan duros que nada puede penetrarnos. Y, entonces, encerrados en nosotros mismos, una tristeza profunda se adueña de nosotros, dejándonos en la indigencia de la soledad eterna de aquellos que son demasiado fuertes, demasiado poderosos, demasiado...

Somos tan fuertes, que no somos capaces de nada, porque nada merece la pena. Y la fuerza es nuestra debilidad.

Sin embargo, cuando todo hay que lucharlo, cuando el camino está lleno de trampas, cuando hay un dolor justificado por el fin de quien lo sufre, cuando las espinas de las rosas hacen brotar el néctar escarlata de lo más profundo de nuestro ser... Entonces podemos decir que hemos vivido y que ha valido la pena. "Porque cuando soy débil, soy fuerte." (2 Corintios 12, 10)


Dedicado a Áquel que es mi Luz y mi Salvación.