martes, noviembre 06, 2012

Ne sabonni

"Sí, maestro!"

Así contestaba siempre que me llamaba mi maestro. Me levantaba, me acercaba, le daba la razón...

Él me enseño muchas cosas: Educación, decoro, etiqueta, a superar la timidez, a ponerme a prueba frente a un tribunal, a esforzarme, que siempre se puede llegar más alto, más fuerte, con más energía...

También me enseño algo de taekwondo, el deporte que amaba y que le había valido ser abanderado de Korea en los Juegos Olímpicos de Seúl.

Hoy me he enterado de que ya no está entre nosotros. El día 31 de octubre un infarto cerebral se le llevó de nuestro lado.

Rezo para que ahora viva en el Señor y disfrute de la felicidad que nunca acaba.

Gracias por todo, maestro Kim.

sábado, noviembre 03, 2012

¡Me han tratado bien!

Increible, pero cierto. Un servicio de atención al cliente me ha tratado bien.

Yo compro todas las semanas en un supermercado de mi barrio que pertenece a una cadena conocida y con presencia en muchas zonas de España. Como voy con las dos peques y no tengo coche, siempre utilizo el servicio a domicilio que, aunque tiene un recargo, me resulta muy práctico.

Y ya estaba cansada. Semana sí, semana también, recibía parte de la mercancía en mal estado: Refrescos reventados, huevos cascados, conservas que habían perdido el vacío...

Unos plátanos golpeados colmaron mi paciencia la semana pasada, así que fui a que me los cambiaran y a poner una reclamación.

Lo primero que me sorprendió fue que nadie intentara persuadirme para que no la pusiera, que es lo que sucede casi siempre que pides un libro de reclamaciones. Me dieron el impreso, un boli, se ofrecieron a ayudarme con mis hijas mientras lo rellenaba... Muy amables en todo momento.

Me llevé mi copia y la que hay que entregar en consumo y, de momento, ahí quedo la cosa.

Mi sorpresa ha sido hoy, cuando he recibido una llamada de número desconocido y, cuando iba a contestar, ya preparada para mandar a algún comercial pesado al pairo, me preguntan si soy yo, se identifican como servicio de atención al cliente del supermercado, me preguntan si he puesto una reclamación y, acto seguido, me ofrecen llamarme cuando me venga mejor, si no es un buen momento. ¡Se ofrecen a dejarme en paz, pero.sin pasar del tema! Inaudito.

Han querido confirmar mi queja, saber si había hablado con la encargada y qué me había dicho, pedirme disculpas, asegurarme que tomarán medidas al respecto y solicitarme que vuelva a quejarme si vuelve a suceder, para lo que me han ofrecido un teléfono gratuito.

Cuando he colgado, me sentía como una persona. No era sólo un número, cuya opinión es irrelevante. Me han tratado con cortesía y respeto, aceptando, no sólo que puedo tener razón, sino, además, que ellos tienen que hacer algo al respecto si es así.

El lunes, cuando vaya a la compra, pediré otra hoja, pero esta vez no será de reclamaciones. Me han tratado bien y quiero que sepan que lo valoro. Voy a escribir una carta de agradecimiento, porque creo que se lo han ganado.

sábado, septiembre 08, 2012

Te quiero

Hoy quiero escribir a mi marido para decirle que le quiero.

Nos casamos hace poco más de tres años, después de 7 años de conocimiento progresivo, que concluyeron tras dos años de noviazgo.

Todos los días, tengo que dar gracias a Dios por la familia que hemos formado. Somos un matrimonio feliz, con dos hijas maravillosas.

No tenemos muchas seguridades en nuestra vida. Nos casamos sin piso, sin coche... Apenas unos ahorros, que cualquier día nos robará el banco, son el único colchón si la cosa se tuerce.

Tampoco tenemos trabajos muy estables. Él tiene un contrato temporal y yo, aunque lo tengo indefinido, no sé qué será de mí mañana.

No, no soy victimista. Éste es el camino que hemos elegido y lo hemos hecho con conocimientos de causa, asumiendo los riesgos y poniendo nuestra esperanza en poder afrontar los problemas que vayan llegando. No diré que no tengamos miedo ante la incertidumbre, pero lo más importante lo tenemos cubierto, porque nos tenemos los 4, pero, especialmente, porque yo le tengo a él y él me tiene  a mí. Juntos saldremos de lo que sea.

Tampoco quiero ser desagradecida, porque tenemos una familia y unos amigos estupendos, tanto él como yo, que nos ayudan cuando es necesario, según sus posibilidades. No sólo hablo de dinero, sino también de tiempo, responsabilidad, cariño...

Estamos dispuestos a hacer sacrificios el uno por el otro. En nuestra maleta, sólo van 4 cosas, las 4 de las que no podemos prescindir: Él, las dos peques y yo. Todo lo demás está bien, y puede o no tener cabida, pero es prescindible.

Mi marido y yo somos diferentes a muchos niveles, gracias a Dios, y empezando por él.

Yo creo en un Dios personal que ha salvado a la humanidad a través de su Hijo Unigénito, Jesucristo.

Mi marido es ateo.

Incluso esta diferencia, la más importante que se me puede ocurrir, no es suficiente para separarnos. Los dos nos queremos y respetamos. Hablamos con franqueza y con cariño y buscamos la felicidad del otro, donde encontramos la felicidad mutua.

Él es mi héroe, que llega en mi ayuda cuando lo necesito.

Él es mi bastión, donde me refugio de los problemas que me golpean.

Él es mi niño, a quien miro con cariño y con ternura mientras duerme.

Él es mi marido, el compañero al que he confiado el resto de mi vida.

Él es Dios en mi vida, la persona que Dios pensó para mí, antes de crear el mundo, para que no estuviera sola.

Gracias, Mi Amor, porque eres la persona más importante de mi vida y todos los días me alegro de haberte conocido, haberme enamorado de ti, haberme comprometido contigo, haber puesto mi felicidad en tus manos, haberte tenido al lado mientras dormía, haber encontrado uno de tus calcetines tirado en algún lado, haberte dado otro beso, haberte llamado para ver dónde estabas, haber cenado contigo y haberte dado un beso antes de acostarme, para (en algún momento) volver a dormir a tu lado y afrontar juntos un nuevo día.

TE AMO.

miércoles, julio 25, 2012

Cabeza de perro

Noche de verano. Calor sofocante en Madrid. Huele a humedad.

Por la ventana se ve el movimiento de las ramas. La abro y oigo el sonido de los objetos arrastrados por el viento, las hojas de los árboles rozándose.

Aires de tormenta.

La humedad en el ambiente trae promesas de frescor y olor a vida.

Una luz rasga la noche. El trueno se hace esperar.

Las nubes están lejos.

Mi cabeza por la ventana. El rechinar de las poleas. Ropa seca todavía, mejor rescatarla ahora.

Aire freco. Aire húmedo. Aire que acaricia mis sentidos.

Todo está hecho. No hay más que recoger. Pero yo no me recojo.

Medio cuerpo por la ventana. Cara a contraviento. Pelos a la virulé.

Cabeza de perro.

miércoles, julio 11, 2012

Inmortal

"La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma."

Soy una chispa de la gran explosión del Big Bang.

Soy partículas fundamentales del universo, moléculas de la galaxia, polvo de estrellas.

Soy tierra. Soy aire. Soy fuego. Soy agua.

Soy aminoácidos de la primera proteína.

Soy hija de la primera célula.

Soy fruto de la unión de células del primer organismo pluricelular.

Soy una monera, una protista, un hongo, un vegetal, un animal.

Soy un trilobites, un dinosaurio, un mamut, el primer homínido, el primer homo sapiens sapiens.

Soy africana, europea, asiática, americana, oceánica.

Soy mujer. Soy hombre.

Soy niña. Soy anciano. Soy joven. Soy madura.

Soy parta. Soy medo. Soy egipcio. Soy romana. Soy judía. Soy asirio. Soy griego. Soy fenicia.

Soy noble. Soy plebeyo.

Soy cristiano. Soy musulmana. Soy budista. Soy animista. Soy panteísta. Soy atea.

Soy científico. Soy chamán. Soy fraile.

Soy madre. Soy padre. Soy abuelo. Soy nieta. Soy hijo.

Soy todo. Soy algo. Soy principio. Soy fin.

Soy presente. Soy pasado. Soy futuro.

Soy inmortal.

Y, si todo eso es mi cuerpo, mi materia, mi ser tangible, ¿no es limitado pensar que lo que es mí alma, mi espíritu, mi ser intangible, tiene fecha de caducidad?

sábado, julio 07, 2012

Con la muerte en los talones

Todo empezó el miércoles pasado, cuando una llamada perdida de mi padre me mosqueó por la hora y lo infrecuente. Pensé que igual había pasado algo, pero como sólo tenía esa llamada, no había insistido, ni me había llamado nadie más, pensé: "Será cualquier chorrada."

Cuando le llamé no cogía, así que esperé a que me llamara él.

Su llamada llegó conmigo de camino al parque con las dos pequeñas. ¿El mensaje? "Se ha muerto tu prima."

Una prima mía que estaba sana y lozana como una manzana había tenido un accidente y había muerto. Una chica joven, de 34 años, con un montón de ilusiones y sueños que no llegarían a realizarse.

Al día siguiente, mi padre volvió a llamarme. Esta vez, quería hablar de nuestro perro. La verdad es que lo vi venir y estaba todo lo preparada que se puede estar para estas cosas.

Hace unos meses, mi padre y yo habíamos hablado de ese día, y él sabía que yo quería estar allí, acompañando al amigo que tantas veces me había hecho compañía a mí en lo bueno y en lo malo. Lo consideraba mi responsabilidad: Mi perro para lo bueno y para lo malo.

Al día siguiente, después de la hora de cerrar, llegamos a nuestro veterinario e hicimos lo que había que hacer. Fue duro, pero a la luz de lo de mi prima, una coge perspectiva y, aunque era un perro maravillosos, era eso: Sólo un perro.

Esa reflexión es muy racional y, como he dicho, te da perspectiva, pero la tristeza, la sensación de pérdida... los sentimientos en general, no es que sean muy racionales.

El lunes, pasadas ya estas desgracias, mi madre apareció por sorpresa en casa para ver a sus nietas. No llevaba una hora cuando le llamó una amiga suya. El hermano de una de mis mejores amigas de la infancia había muerto (la amiga le llamaba porque había sido compañero de clase de mi hermano y de su hijo) y querían quedar con mi madre para ir al tanantorio.

Ni cortas ni perezosas, nos organizamos para ir al pueblo donde viven mis padres (donde estaba el tanatorio) e ir a presentar nuestros respetos. Mi hija mayor se quedó con su tío, pero la pequeña no hubo dónde dejarla, así que mi madre y yo nos turnamos para entrar a dar pésames, abrazos y mensajes de apoyo.

Cuando, en menos de una semana, te pasan todas estas cosas, no puedes dejar de pensar en todas las caras que tiene la muerte.

Dos personas jóvenes, con una vida llena de ilusiones y proyectos por delante. En un caso, sin avisar; en el otro, tras dos años de lucha contra la leucemia. Dos vidas, dos dramas, dos familias hechas polvo, montones de amigos desolados...

Podría ser yo, pero también mi marido, o alguna de mis hijas. Podrían ser mis hermanos, mis padres. Podría ser cualquiera de nuestros amigos, compañeros de trabajo, vecinos.

La muerte no distingue. No entiende de edades, clases sociales, nivel educativo... Cuando llega, llega y ya está. No hay marcha atrás. Es irrevocable.

La maleta hecha. Eso es lo que se suele decir a las personas que creen en Dios y en una vida postmortem. La maleta hecha "porque no sabemos el día ni la hora."

Pero, ¿y para la muerte de los que amamos? ¿Podemos estar preparados para eso?

martes, mayo 01, 2012

Crisis social

Estamos saturados de oír hablar de esta crisis económica que, como muchos denuncian, tiene su origen en una crisis de valores (hacerse rico, a cualquier precio, sin esfuerzo, especulación, robo, desprecio por las necesidades del otro, explotación...).

La crisis económica no terminará si no acabamos antes con la crisis de valores que la causó.

En cualquier caso, el motivo de esta entrada es la crisis fruto de la suma de las dos anteriores: La crisis social.

La crisis social es la merma de derechos de los ciudadanos. Empezó como una crisis de hecho: Derecho al trabajo (las cifras de paro se comentan solas), a la vivienda (40 desaucios diarios en Madrid), a la propiedad privada (aumento del número de inmuebles ocupados por necesidad o como protesta)... Y luego se instaló en el aparato legislativo:  Pérdida de derechos laborales (las dos últimas reformas laborales), de derechos sanitarios (mirad cómo se va a instaurar el.copago), de equidad (que se lo digan a las personas dependientes), de igualdad de oportunidades (a ver cómo gestionan la integración con el aumento de ratios en la aulas), a la vida incluso (legalización del aborto libre)...

Diría que es nuestro país, pero me quedaría corta. Nuestro mundo hace aguas. Y la pregunta no es a dónde iremos, sino qué podemos hacer para reflotarlo.

Una vez leí que la pregunta no es qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos, sino qué hijos vamos a dejar a nuestro mundo. Si respondemos correctamente a ambas, ahí está nuestra esperanza.

Hace falta gente con ganas de luchar. ¿Te apuntas?

jueves, enero 05, 2012

Flujos de migración

Durante nuestros años de bonanza, España se convirtió en país de acogida para inmigrantes, sobre todo del hemisferio sur y China (todo el mundo tiene inmigrantes de China, porque son un montón). En general, se trataba de personal no cualificado, de baja cualificación o de alta cualificación no homologada, por lo que siempre terminaban trabajando en puesto de baja o nula cualificación.

Aún así, como, en España, trabajar en la obra ha dado más dinero que tener un doctorado, vivían bastante bien y, a la mínima, hacían por traer a la familia, tanto descendente (hijos, nietos...), como ascendente (padres, abuelos...) y laterales (hermanos, primos...).

Algunos no vivían tan bien, o habían venido para sacar un dinerillo que mandar a casa e intentar volverse en cuanto pudieran. Y eso hicieron en cuanto la cosa empezó a ponerse fea.

A unos y otros, se les invitó al "retorno voluntario" cuando empezó la crisis, porque el ladrillo ya no daba y el tema del paro empezó a notarse antes entre los profesionales no cualificados. No obstante, la mayoría había venido para quedarse, muchos tenían ya a sus hijos creciendo aquí, algunos hasta se habían atrevido a meterse en una hipoteca, un coche... Vamos, que habían venido para quedarse y no querían marcharse.

Pero la crisis continúa y, aunque querían quedarse, algunos han tenido que marcharse, no siempre "de vuelta a casa", sino a terceros países con mejores opciones para ellos y sus familias. Y lo mismo pasa entre los españoles. Hemos pasado de acoger inmigrantes a emigrar, como hicieron tantas generaciones antes que la nuestra.

Sin embargo, como "Spain is different", nosotros no exportamos mano de obra poco cualificada, en la que se ha invertido pocos recursos formativos, económicos y sociales. Nosotros exportamos a la gente con sus carreras, sus másters, sus doctorados... Gente con idiomas, educación, bien formada, buen nivel profesional... Nuestros emigrantes no son tipos que se vayan a poder sustituir en dos patadas, porque la formación que se llevan supone muchos años de esfuerzo, trabajo y sacrificios.

En pocas palabras, hemos invertido social, formativa y económicamente en una serie de sujetos de los que alegremente nos estamos desentendiendo.

Los dejamos marchar porque, total, aquí no hay ni trabajo, ni futuro, ni nada... Además, "son jóvenes", esos que sólo sirven para becarios, aunque tengan un currículum que ya lo querrían sus jefes.

Nadie ha hecho nada, ni este gobierno, ni el anterior. Nadie ha puesto el grito en el cielo porque estamos echando fuera a los recursos más valiosos de este país: Sus jóvenes más capaces.

Si no teníamos suficiente problema demográfico por la baja natalidad, además, echamos a los pocos jóvenes que teníamos y que, por si no fuera suficiente, tenían sobre sus hombros la responsabilidad de ser los padres de la siguiente generación de españoles. Pero ni ellos cotizan aquí, ni lo harán sus hijos, que serán británicos, alemanes, franceses, canadienses, norteamericanos...

Algunos se preocupan por si la crisis de deuda (pública y privada) durará un año más o menos. Sin embargo, igual deberíamos empezar a pensar en las secuelas a largo plazo que va a tener, porque esta generación que se está perdiendo para nuestro país (la mejor formada de la historia) será irrecuperable.