sábado, mayo 21, 2005

La tortuga y la liebre

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[spoiler de la fábula] Cuenta la historia que una tortuga y una liebre decidieron hacer una carrera. Como la liebre iba sobrada, se confió y acabó perdiendo, porque se quedó dormida a mitad de camino, mientras la tortuga seguía avanzando hasta la meta. [/spoiler de la fábula]

Si lo piensas un momento, ¿qué dirías que eres, liebre o tortuga?

Pensaba yo sobre este cuento, no de un modo metafísico, sino totalmente material, ya que siempre he andado muy rápido y ahora me desespero cuando camino, porque tardo mucho en cubrir pequeñas distancias (me lesioné el otro día y tengo que andar con muletas). Sin embargo, reflexionando sobre esta pequeña historia, me he dado cuenta del gran símil que representa este cuento si nos planteamos la vida como una carrera.

Yo recuerdo que, hace años, cuando estaba en el cole, algunos de mis compañeros eran auténticas liebres, todo lo hacían rápido: Empezaron a salir de marcha muy pronto, a beber muy jóvenes, a fumar, a salir con chicos/as... No había que desaprovechar ningún momento. Todo era válido y, si estaba prohibido o era algo "de mayores", mejor que mejor.

Es curioso, porque yo entonces era señalada por ser una tortuga lenta y falta de valor. Me miraban como a un ser extraño que no sabía disfrutar de la vida. Andaba demasiado despacio para ellos, y por eso me despreciaban.

Ahora, miro hacia atrás y siento cierta lástima por ellos, porque quien va muy rápido no disfruta del paisaje, y ellos ni se dieron cuenta de que los años pasaban y que seguían comportándose como tiempo atrás. Se aferraron a su sentimiento de superioridad y dejaron pasar los días, los meses y los años... De este modo, mientras las tortugas seguían caminando, ellos se echaban la siesta, porque ya estaban de vuelta de todo. Algunos, en su valiente ensoñación, acabaron entrando en el mundo de las falsas ilusiones de las dorgas; mientras otros se dejaban llevar por su atascada madurez y perdían un curso tras otro, sin anhelar nada más allá del fin de seman. Hubo quien prefirió entregar su cuerpo a los placeres del sexo, pero nunca supo lo que eran el amor o el cariño. Noches de juerga y mañanas de resaca se sucedían, mientras sus cuerpos quedaban baldíos, víctimas del mal uso y la autodestrucción.

Tengo sus imágenes delante de mí, sobre mi cama, en esa orla que hicimos en 8º de EGB. Miro sus rostros y veo las tortugas y liebres de mi infancia. Busco en mi memoria e intento recordar qué ha sido de cada uno de ellos. A algunos les perdí la pista hace tiempo y no sé qué fue de sus vidas. Las liebres más rápidas están en procesos de desintoxicación, o maltrabajando y malviviendo por no haber sabido aprovechar las oportunidades que les ofreció la vida. Las más listas, nunca fueron tan rápido como para no poder decelerar, ni se pararon a descansar tanto tiempo como para desaprovechar su juventud, por lo que ahora salen adelante, como la mayor parte de las tortugas; que vamos terminando estudios, entrando en la vida laboral, teniendo parejas más o menos estables y, en suma, buscando la felicidad que toda persona desea, acorde con nuestra edad. Sin embargo, también están aquellas tortugas que, no queriendo salir de su coraza, quedaron en un estado de ivernación perpetuo y siguen comportándose y protegiéndose como niños, cuando deberían estar pensando y viviendo como adultos.

Tortuga o liebre, ¿tú qué eres? ¿Qué te gustaría ser? La decisión está en tus manos.


Dedicado a las liebres que, queriendo ganar la carrera, perdieron la vida.

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