Todas las personas de bien estamos a favor de una muerte digna. Quien diga lo contrario, es un ignorante o un manipulador.
¿Quién no querría morir sin dolor, rodeado de sus seres queridos, con el apoyo físico y emocional necesarios?
Todos estamos a favor de la muerte digna. Sin embargo, algunos grupos manipulan el lenguaje para identificar la muerte digna, con la que todos estamos de acuerdo, con la otras realidades (como la eutanasia o el suicidio asistido), con la que muchos estamos en desacuerdo.
Para ahondar en este campo y comprender mejor a qué nos referimos cuando hablamos de muerte digna y evitar así que nos manipulen y nos confundan, vamos a hablar con propiedad sobre la muerte digna.
Muerte digna
Como ya he comentado en la introducción, todo el mundo está de acuerdo en que todos tenemos derecho a morir con dignidad. Sin embargo, parece que no hay acuerdo sobre qué significa este término.
Los griegos consideraban que una vida indigna, debido a la enfermedad o a la discapacidad, no merecía ser vivida y, por tanto, era válido matar a las personas en estas circunstancias, considerando la muerte digna en oposición a la vida indigna.
No obstante, con la llegada del cristianismo, se consideró que la vida humana tenía una dignidad que debía ser respetada y que la enfermedad y la discapacidad no mermaban la dignidad de la persona, ni eran un castigo divino. Por tanto, las personas enfermas y discapacitadas dejaban de estar estigmatizadas y la contraposición vida indigna-muerte digna desapareció. A partir de ese momento, se entendió por muerte digna aquella en la que la persona era tratada con humanidad y preparada física y espiritualmente para el paso final de esta vida, entendiendo la muerte como el paso entre esta vida y la venidera.
Las teorías homocentristas, que colocan al hombre como único regidor y juez de su vida y de la de sus semejantes, pone en tela de juicio si una persona debe seguir viviendo en una situación en la que está sufriendo, llegando a plantear como sufrimiento no sólo el dolor físico, sino también el emocional. La idea del "superhombre", como un ser con potencial de ser/hacer lo que quiera, considera a las personas enfermas y discapacitadas como personas cuyas vidas no tienen el mismo valor que las de las personas sanas, ya que el valor del ser humano se mide en relación a sus capacidades. Por tanto, surgen las corrientes eugenésicas, que intentan limitar la vida y reproducción de ciertos grupos y personas. Este tipo de movimientos encuentra su máximo exponente en la Alemania nazi y los regimenes comunistas (como el de la URSS o el de Korea del Norte), donde se decía (y aún se dice) practicar la caridad quitando la vida a aquellos que se consideraba llevaban vidas indignas de ser vividas, por su enfermedad, discapacidad, raza, credo... Volvemos al planteamiento griego de muerte digna frente a vida indigna.
En el momento en que nos encontramos, existen grupos de presión que se abanderan como "pro-muerte digna", identificando la muerte digna con el suicidio asistido y la eutanasia. A priori, consideran que cada uno es dueño de su vida y, por tanto, de su muerte, y que cada persona debería poder elegir cuando terminar con su vida, en base a sus propios criterios.
Sin embargo, estas posturas chocan con los grupos que entienden que la muerte digna se alcanza a través de un adecuado acceso a los cuidados paliativos y la asistencia psicológoca y emocional de las personas. Estos grupos consideran que lo importante no es ofrecer la muerte como salida al sufrimiento, sino ofrecer una vida dignificada y adecuadamente acompañada a aquellos que lo están pasando mal. Propiciar la muerte del que sufre se considera un menosprecio hacia su vida y un fracaso médico y social que no podemos permitirnos.
Suicidio asistido
En muchos países, hay grupos "pro-muerte" que se identifican con el suicidio asistido.
El suicidio asistido consiste en ofrecer a las personas que quieran terminar con su vida los medios necesarios para que puedan hacerlo. Generalmente, se implica a personal médico que ofrece a la persona que quiere morir una serie de drogas para que pueda terminar con su vida. Así mismo, es frecuente que alguien de los autodenominados "grupos pro-muerte digna" se persone en el lugar de los hechos para asegurarse de que la sobredosis funciona y, en caso contrario (cosa que pasa con cierta frecuencia), forzar la muerte, generalmente por asfixia mediante bolsas de plástico o almohadas.
No son pocos los psicólogos, psiquiátras y médicos que consideran el suicidio asistido un asesinato en toda regla, en la medida en que las personas que acceden a este tipo de "asistencia" suelen ser personas que, en un momento dado, están pasando por un proceso depresivo que sería reversible si se les administrara un tratamiento adecuado.
Bajo la "muerte digna" intenta esconderse la presión sobre grupos y personas que se encuentran en situaciones difíciles de su vida y a las que se les ofrece la muerte como la mejor alternativa (a veces también la más barata y conveniente para su entorno) a una situación que podrían superar por otros medios.
Eutanasia
La eutanasia es un proceso médico por el cual se fuerza la muerte en una persona, con la excusa de aliviar un sufrimiento terminal.
Es importante comprender que cuando hablamos de eutanasia, hablaríamos de enfermos terminales, no de personas con discapacidades compatibles con la vida (paraplejias, tetraplejias, síndromes cromosómicos...). Lo que se aplicaría en estos últimos sería suicidio asistido, no eutanasia.
No es raro que se mezclen muchos conceptos bajo el nombre de "eutanasia", intentando dar una imagen positiva de este tipo de práctica. De hecho, se suele poner la eutanasia como contrario de distanasia, una contraposición intencionandamente incorrecta.
No es infrecuente que la gente elija la eutanasia al sentirse superada por una enfermedad que no pueden controlar. Es importante tener en cuenta que la mayor parte de estos pacientes están sujetos a procesos depresivos importantes que no les permiten ver con claridad la oportunidad que supone el tiempo que les queda. Este proceso suele venir acompañado de las depresiones de personas del entorno, que muchas veces presionan al paciente porque se sienten superados por su sufrimiento y su futuro incierto les inquieta de forma insoportable.
Una adecuada atención paliativa del dolor físico puede ser insuficiente para aliviar a estas personas, pues su dolor no es físico, sino psicológico y afectivo. La eutanasia no es la forma de acabar con el sufrimiento físico (para eso están los cuidados paliativos), sino el medio que tiene la persona de controlar los últimos momentos de su vida, aunque sólo sea pudiendo elegir cuándo le sobrevendrá la muerte.
Médicos, psicólogos y psiquiatras han comprobado como un adecuado acompañamiento de estas personas y, en ocasiones, un tratamiento, no sólo para ellos, sino también para las personas de su entorno, mejoran la situación psico-emocional del paciente y hacen que éste recupere las capacidad de disfrutar los últimos momentos de su vida. Ofertar la muerte como alternativa a la angustia vital que supone el propio hecho de morir se convierte en una negación a la capacidad de esas personas de vivir sus últimos momentos en paz consigo mismas y con los que las rodean.
Eugenesia
La eugenesia es el proceso por el cual se elimina (mata) a aquellos que nos cumplen una serie de requisitos mínimos para considerar que su vida es digna. En este sentido, se utilizan criterios distintos dependiendo de las distintas sociedades, que pueden considerar indigna la vida por cuestión de raza, religión, grupo social, capacidad económica, genética, salud, discapacidad...
La eugenesia no sólo se inserta dentro de los intereses de los grupos "pro-muerte", sino también de los llamados grupos "pro-elección" (aborto selectivo), racistas, xenófobos, teófobos...
Distanasia
Los grupos "pro-muerte" suelen plantear la eutanasia como opuesto a la distanasia, de forma intencionadamente errónea. Lo opuesto a la distanasia es la ortotanasia, que definiremos en breve.
La distanasia es el proceso por el cual se prolonga la vida de una persona en proceso terminal, sin que exista posibilidad médica de mejora en su estado. Es lo que coloquialmente conocemos como "ensañamiento médico" y que es criticado por casi todos los estratos de la sociedad.
He visto y oído muchas veces críticas contra la Iglesia porque, al estar en contra de la eutanasia, los grupos "pro-muerte" la acusan de estar a favor de la distanasia. Sin embargo, quiero matizar que la Iglesia Católica está explícitamente en contra de la distanasia, ya que considera la vida y la muerte como procesos naturales y plantea que es igualmente malo forzar la muerte anticipada, que prolongar innecesariamente una vida llena de sufrimiento.
Esta manipulación constante de los términos y el modo en que se atribuyen posturas contrarias a las suyas a algunas instituciones es parte del plan mediático de los "pro-muerte", con el fin de alcanzar sus fines y demonizar a aquellos que no piensan como ellos.
Ortotanasia
Ortotanasia es un término poco conocido y muchos lo llaman eutanasia pasiva, para poder dar una visión positiva de la eutanasia. Sin embargo, la eutanasia pasiva consiste en eliminar un tratamiento con el fin de terminar con la vida de la persona, aunque ese tratamiento sí pudiera mejorar o curar la enfermedad del paciente. La ortonasia es la eliminación de un tratamiento distanásico, o de ensañamiento médico, que no tiene oportunidad de mejorar la situación del paciente. Es el verdadero contrario de la distanasia.
La ortotanasia consiste en no aplicar tratamientos o medios técnicos a una persona enferma con el fin de prolongar innecesariamente su vida. Es un concepto relativamente nuevo, en la medida en que hace un siglo este tipo de planteamiento no tenía sentido, ya que no existía la opción de prolongar la vida de una persona a través de medios técnicos.
La ortotanasia es legal y forma parte de los derechos del paciente en nuestro país y tantos otros, gracias a las normativas de autonomía del paciente; por las cuales cualquier persona puede negarse a recibir un tratamiento médico, o la aplicación de cierta tecnología, para prolongar su vida cuando no hay posibilidad de mejora o recuperación.
Éste es otro de los casos en el que la postura de la Iglesia suele ser manipulada por los grupos "pro-muerte" pues, aunque la Iglesia dice que todos tenemos la obligación moral de conservar nuestra vida, la muerte sobrevendrá a la persona de forma natural; por lo que no entra en conflicto con el magisterio, en la medida en que dejar de aplicar el tratamiento tenga la finalidad de evitar prolongar innecesariamente una vida llena de sufrimietno y no se apliquen o dejen de aplicar tratamientos específicos con el único fin de terminar anticipadamente con la vida de la persona.
Cuidados paliativos
Los cuidados paliativos son los tratamientos médicos, generalmente farmacológicos, cuyo fin es aliviar el dolor físico de la persona que sufre. También se pueden considerar cuidados paliativos la atención psicológica, psiquiátrica y espiritual.
Se ha demostrado que las personas que reciben cuidados físicos que alivien su dolor, acompañados de terapia para superar posibles depresiones y el apoyo familiar y religioso (para las personas que profesan alguna religión); ayudan a mejorar la situación general del paciente, no sólo desde el punto de vista psico-emocional, sino también desde el punto de vista físico. Es importante acompañar a las personas cuya vida se acerca a su fin con comprensión y cariño, con terapias personalizadas y un acompañamiento suficiente.
Desgraciadamente, muchos médicos y personal sanitario no están adecuadamente formados para acompañar al enfermo terminal, ya que en las facultades correspondientes no se trabaja suficientemente sobre la adecuada aplicación de la psicología y la espiritualidad a la atención paliativa. El médico no sólo debe ofrecer alivio al dolor físico, sino que debe poner a disposición del paciente y sus familiares (que a veces casi lo necesitan más, y que tienen una influencia directa en el estado percibido del paciente) los servicios psicológicos del hospital y, de existir, también el acompañamiento espiritual adecuado a las creencias religiosas del paciente.
Está demostrado que los países que optan por la eutanasia acaban deshumanizando el proceso de la muerte y tienen un retraso importante en la aplicación de técnicas de cuidados paliativos (nada menos que 10 años de retraso en Holanda, por ejemplo). De hecho, no es infrecuente que la eutanasia llegue a utilizarse sin consentimiento, con el fin de liberar camas o para aliviar una situación de sufrimiento percibida por el médico (que se siente profesionalmente impotente), aunque el paciente haya manifestado no desear la eutanasia.
Voluntad anticipada del paciente o testamento vital
La voluntad anticipada del paciente, o testamento vital, es un documento por el cual una persona, en base a sus planteamiento personales y creencias, hace explícitos sus deseos de ateción médica en caso de que se produzcan situaciones médicas en las que haya perdido la conciencia o, en general, la capacidad de tomar decisiones informadas. Así mismo, puede asignar una persona que, en caso de que se presenten situaciones que no se hubieran contemplado, pueda tomar las decisiones oportunas en su nombre.
El testamento vital también puede incluir aspectos concretos sobre el proceso post-motem: Donación de órganos, entierro, celebraciones religiosas, últimas voluntades...
Los sistemas sanitarios deberían propiciar la popularización de este tipo de documentos para que los deseos del paciente sobre el tipo de tratamientos que quiere o no recibir queden claros desde el principio. Así, se evitarían muchos casos de distanasia y se garantizaría el deseo de los pacientes en relación a la ortaotnasia. Así mismo, serán muy importantes si algún día se legaliza la eutanasia, no tanto para aplicarla, como para evitar su aplicación indiscriminada. No olvidemos que, a falta de documentación al respecto, suelen ser familiares y, en ocasiones, incluso los médicos, quienes toman este tipo de decisiones, cuando pueden tener un claro conflicto de intereses con la continuidad de la vida de la persona (proyección del propio sufrimiento, herencias, costes médicos, camas libres en el hospital...).
Otra ventaja de este tipo de documentos es el peso que quitan a los familiares, al dejar ciertas decisiones expresadas claramente; eliminando posibles sentimientos de culpa o percepciones de conflicto entre sus deseos y los que podría haber tenido el paciente. Poder cumplir los deseos expresados por el ser querido suele propiciar una aproximación más tranquila y pacífica al momento de su muerte, que es algo que las familias suelen agradecer.
Enfermo terminal
Enfermo terminal es aquel cuya vida se encuentra en su tramo final, debido a una patología localizada y claramente diagnosticada, cuya situación no puede ser revertida por tratamiento alguno.
No son enfermos terminales las personas con discapacidad o con una enfermedad que no conduzca de forma directa e inequivoca a la muerte, o cuya enfermedad pueda ser controlada o curada, evitando la muerte mediante algún tipo de tratamiento.
Es importante tener esto claro, porque los grupos "por-muerte" suelen aplicar el concepto "muerte digna" a un grupo más amplio de personas con cuya vida se quiere terminar y que no son enfermos terminales; mientras que los grupos en favor de una muerte digna que no pase por la aplicación de técnicas externas para forzar la muerte, sólo suelen referirse a estos pacientes terminales, ya que la vida de los otros colectivos no está en riesgo, más allá del deseo que ellos o el entorno tengan de que les sobrevenga la muerte y, por tanto, consideran que a esas personas hay que ofrecerles los tratamientos físicos y psicológicos necesarios para que superen su situación.
Pendiente resbaladiza
Se habla de "pendidente resbaladiza" para referirse al fenómeno que se observa en el proceso de legalización de la muerte como "tratamiento médico".
Suele comenzarse con campañas en favor de una presunta "muerte digna", basada en casos extremos que se ofrecen como prototípicos y cuya exposición denuncia la incapacidad de aliviar el sufrimiento de una persona terminando con su vida, que claramente se ha convertido en indigna (aunque nunca se utiliza esta terminología concreta para evitar el rechazo social).
El siguiente paso es la aprobación de la eutanasia de enfermos terminales, seguida inmediatamente del suicidio asistido para las personas con discapacidad.
Una vez alcanzados estos objetivos, empieza la campaña para permitir paliar, no sólo el sufrimiento físico, sino también el psico-emocional, legalizando el suicidio asistido para personas con depresión o que expresen el deseo de morir por motivos personales.
Si una persona ya puede decidir morir por sí misma, parece injusto que alguien que sufre y no puede expresar su deseo de morir por sus condiciones físicas o psicológias tenga que continuar su "suplicio", no pudiendo acceder al "alivio" que es la muerte. Por tanto, se pasa a dejar en manos de terceros (generalmente la familia y el personas sanitario) la decisión sobre eutanasiar o hacer llegar la muerte (no creo que en este caso podamos seguir hablando de suicidio) a la persona que se encuentra vulnerable, tanto al dolor, como a su entorno.
El paso final consiste en hacer cuentas, que salen muy sencillas. El gasto médico en cuidados paliativos es más alto que el gasto que supone la eutanasia, así que, ¿para qué invertir en cuidados paliativos si tenemos un "tratamiento" eficaz contra el dolor que cuesta mucho menos? Éste es el punto en el que se deja de dotar a los centros médicos para los cuidados paliativos, de formar a los médicos para su administración, se pasa a ofrecer la eutanasia y el suicidio asistido como un tratamiento más y, en caso de que el paciente tenga el deseo de seguir viviendo, se le estigmatiza y, en ocasiones, se le aplica el "tratamiento" en cualquier caso, pues se alega que su dolor le impide saber lo que es mejor para él.
Esta tendencia se ha observado de forma sistemática en todos los países y estados en los que el suicidio asistido y la eutanasia han sido legalizados.