He visto en el pozo de la sabiduría lo que hacéis y como vivis. ¿No os da vergüenza? La cuadrada pantalla del conocimiento me ha desvelado todos vuestros secretos y, ahora, soy consciente de que debería alegrarme de poder morir algún día, porque el futuro que vosotros podáis crear será deleznable. Drogas, alcohol, sexo desenfrenado, desinterés, falta de valores éticos y morales, ningún respeto por vuestros mayores, hedonismo, total ausencia de esfuerzo, vida fácil y cómoda, pasotismo por los problemas del mundo, violencia... Esas son vuestras máximas. Y el débil entre vosotros, sólo encuentra la salida del suicidio. ¡Malditos bastardos...!
Sinceramente, ¿no estáis hasta las narices de que ésta sea la imagen que se tiene de la juventud? Vale que hay algunos que están bastate perdidos, pero no todos somos así. Se dejan llevar por los estereotipos y no profundizan en las personas. Ni siquiera creo que se pueda generalizar lo malo. De hecho, ¿quién limpió las playas gallegas, quién se movilizó después del 11 M, en qué franja de edad se encuentra un importante número de voluntarios de distintas ONG's...? Es cierto que no somos como nuestros padres a nuestra edad. El mundo ha cambiado mucho, tanto para bien, como para mal. Somos personas distintas en una sociedad diferente. No creo que seamos mejores, ni peores, tan solo nos enfrentamos a una realidad que no se parece a la suya.
Puede que, durante finales del franquismo y el inicio de la democracia, tuviera sentido eso de lanzarse a las calles para pedir libertad y manifestarse políticamente. Ahora, tenemos una democracia que apesta y, razonablemente, estamos desencantados. Yo no me movería por ningún partido político, porque creo que son todos lo peor; y me rijo por la norma de votar al menos malo, o en blanco, incluso, para que se den cuenta de que no me representan. Entiendo que eso puede dar una sensación de pasotismo a alguien que haya sido muy activo en su juventud, pero a mí no me mueve; como no mueve a una inmensa cantidad de personas de mi generación.
Sin embargo, ellos no se lanzaban a la calle cuando ETA mataba a alguien, porque no se identificaban con las víctimas. Nosotros sí. Todos íbamos en ese tren, y seguimos yendo. Hemos superado en gran medida la violencia de unos pocos, y lo ponemos todo patas arriba para gritar al mundo que aquí no hay sitio para los que no están dispuestos a solucionar sus problemas de forma pacífica.
Desde un punto de vista social, creo que somos mucho más empáticos. Nos acercamos más al pobre, al desvalido, al que está en desventaja... En una sociedad deshumanizada, buscamos a las personas que más sufren. Si no, haz una estadística de la edad media de las personas que hacen voluntariado y verás a lo que me refiero: Hospitales, minusválidos, tercer mundo, campos de trabajo, ancianos... Busca en cualquier ONG y verás como su plantilla depende, en gran medida, del esfuerzo gratuito de algunos jóvenes. Vivimos en un mundo igual de grande, pero en el que todo está más cerca, y eso se nota.
Por otra parte, puede que no nos esforcemos como ellos, porque, sencillamente, no hemos tenido que pedalear dos horas para poder ir al instituto. Sin embargo, hemos tenido que meternos en una academia para poder soñar con sacar nota para la carrera que queríamos estudiar, o nos hemos tenido que enfrentar al idiotismo de la caja boba, para que no anulara nuestra capacidad de razonamiento. Somo más cultos, estamos mejor formados y tenemos más intereses que muchos de nuestros padres a nuestra edad. Es cierto que no tenemos hijos todavía, pero tampoco podemos soñar con independizarnos en unas condiciones mínimamente dignas; por lo que no tenemos otra opción que pasar un poco más de tiempo en casa de nuestros padres (más del que nosotros mismos querríamos) y trabajar durante años con la esperanza de poder optar a una casa de 30 metros cuadrados; cuando la ministra nos diga que podemos apuntarnos a una lista de espera millonaria (en número de personas), en la que casi nadie se llevará uno de los apreciadoos cubículos.
Seamos sinceros, la sociedad evoluciona y las nuevas generaciones son el reflejo de su tiempo, porque yo soy yo y mis circunstancias (Ortega y Gasset, 1883-1955). Ni mejores ni peores, sólo diferentes.
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