Aquí estoy, sola en mi oficina reflexionando sobre lo que ha pasado hace cosa de una hora.
En primer lugar, es necesario hacer una composición de lugar. Ahora estoy trabajando en el Masters Series Madrid (el campeonato de tenis de la ATP) y tengo mi oficina en la zona de jugadores, donde el acceso está restringidísimo, como no podría ser de otra manera. Dadas las características de mi puesto, me aburro bastante, así que paso una cantidad considerable de mi tiempo hablando con el controlador de accesos de la zona de jugadores, que es un chaval bastante majo.
Pues bien, estábamos los dos charlando y vemos, a través de la puerta de cristal que da al exterior, como una gran cantidad de gente se dirige a la antesala de la zona de jugadores. Entre otros, se contaban Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre y Rajoy, así como un amplio séquito de subalternos. Detrás, como la muerte sigue a la hambruna o la enfermedad, la prensa acosaba a este 'selecto' grupo de 'personalidades'. Y, dado que no venían acreditados, el controlador de accesos les ha dicho que no podían pasar.
Puesto que él estaba apoyado a un lado de la puerta y yo al otro, he decidido ayudarle, porque más de 20 personas empujando son capaces de ejercer mucha presión. Durante unos segundos, les hemos contenido, pero finalmente han podido con nosotros y han conseguido atravesar nuestros puestos, corriendo hacia sus presas perseguidos por el personal de seguridad.
Lo cierto es que luego nos hemos enterado de que sí podían pasar, pero no se había informado... Porque no les había dado por ahí, básicamente.
De todas formas, y aunque pudieran tener razón, mi experiencia previa con los medios de comunicación me ha demostrado que, si bien hay personas que son un cielo, el de los periodistas es un gremio de embusteros, hipócritas, maleducados, tramposos y manipuladores que no tienen respeto por nada, ni por nadie; tal es su insaciable afán de noticia.
Pero no, no confundamos lo que hacen los medios con la definición de la Real Academia de la Lengua Española: Hecho divulgado, ya que incurriríamos en un grave error. Más bien se correspondería con otra de las definiciones: Divulgación de una doctrina. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, XXII edición). En aras de la famosa libertad de expresión y prensa, se cometen todo tipo de atropellos a un derecho tan fundamental como es el de intimidad, e incluso el de propiedad. No hay nada que frene a estos comecocos infames en su trepa hacia el éxito, la manipulación, la codicia, el adoctrinamiento y la infamia. Todo a sus pies queda yerto, porque son incapaces de dejar vivir a áquel que pueda ser noticia.
Antes se cortaban un poco más, pero ahora todo vale, todo comportamiento es aceptable si les conduce a sus fines. Da igual si me baso en la conjetura insostenible para desacreditar a otra persona, siempre que haya alguien dispuesto a consumirlo (algún día escribiré sobre éstos últimos).
Con sinceridad, y asumiendo que esto sólo es cierto para un nutrido grupo de este colectivo, me asquean (especialmente la prensa del corazón).
Dedicado a Paloma del Río, que merece todo mi respeto.
viernes, octubre 21, 2005
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