martes, diciembre 25, 2007

¡Feliz Navidad!

Sé que hace tiempo que no escribo, pero me he mudado y no tengo internet en casa, así que aprovecho que estoy pasando unos días en casa de mis padres para añadir esta nueva entrada.

En primer lugar, desearos a todos una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

He conocido gente que ya ni siquiera celebra la Navidad, también algunos que consideran que debería olvidarse toda conexión religiosa de la misma, para no herir los sentimientos religiosos (o más bien no religiosos) de aquellos que no se sienten vinculados al misterio del nacimiento de Jesús.

Es cierto que no se sabe si Jesús nació el 25 de diciembre o el 4 de mayo (por poner un ejemplo), pero se eligieron estas fechas para celebrarlo porque coincidían con el solsticio de invierno. De ese modo, el nacimiento de Jesucristo se identifica con el cambio de la oscuridad a la Luz. Se marca el inicio del tiempo en que los días son cada vez más largos, en que las tinieblas se repliegan para dar más espacio a la Luz. Por eso, en el Evangelio que se proclama hoy en la misa del día (Jn 1, 1-18), podemos leer: "En la Palabra (el Hijo, Jesús) había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [...] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre."

Palabra, Luz y Vida son los tres nombres más repetidos en la lectura de hoy para desingnar a Jesús.

Navidad se refiere a la Natividad, es decir, al nacimiento de Jesús. Supongo que por eso hay tanta gente que ahora se dedica sólo a "felicitar las fiestas", que es mucho más neutral.

Sin embargo, lo siento. Aunque Cocacola nos venda a Papá Noel como un gordinflón vestido de rojo, la tradición viene de San Nicolás, en unos países, y del propio Niño Jesús, en otros, encargados ambos de dejar regalos a los niños que se portan bien durante el resto del año. Así mismo, en España, la tradición nos lleva a celebrar a los Reyes Magos el día de la Epifanía del Señor, es decir, rememorar a los Magos venidos de Oriente a adorar al Rey que había nacido. Es cierto que lo de que fueran reyes es parte de nuestra tradición, porque la biblia no lo menciona para nada, pero, en última instancia, lo relevante es que todas estas fiestas tienen un profundo sentido cristiano.

Yo comprendo que hay personas que no pertenecen a esta religión y lo respeto. Pero, del mismo modo que la Semana Santa es parte de una celebración religiosa, también lo es la Navidad. De hecho, son las dos Pascuas (pasos del Señor) que celebramos los cristianos. No es de extrañar que, en un país con profundas raices cristianas, festejemos estos días como lo hacemos.

Cada uno celebrará (o no) estos días como considere oportuno, pero es ridículo intentar ocultar que el motivo por el que hablamos de buenos propósitos, paz y amor tiene sentido por el mensaje original de esta fiesta que es la Natividad del Hijo de Dios.

Espero, en cualquier caso, que, creáis o no, lo celebréis o no, queráis o no... Paséis unos días felices y marcados por la Luz, la Vida y el Amor.

¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, septiembre 13, 2007

Abusos y maltratos

Como ya sabéis, yo viajo bastante y este verano he hecho tres Grandes viajes (a parte de otros más pequeños de los que no os he hablado). Esto me ha hecho moverme por distintos aeropuertos y compañías, con mayor o menor suerte y, precisamente, es de estas experiencias de donde surge esta reflexión.

Para mis 3 viajes, he volado con 4 compañías: Turkish Airlines, TAP Portugal, British Airwaysy Qantas.

Viaje 1: Madrid-Estambul, Estambul-Trabzon (Turkish).

El viaje a con la compañía turca fue el menos complicado. Aún no entiendo el motivo por el que una compañera y yo pudimos facturar hasta destino, mientras otros dos compañeros tuvieron que facturar hasta Estambul y volver a faturar hasta Trabzon allí. Sé que alegaron que Trabzon no tenía terminar internacional, pero, en ese caso, lo lógico hubiera sido que todos recibiéramos el mismo trato.

Es la segunda vez que vuelo a Turquía con esta compañía y debo decir que no he tenido mayores complicaciones. La atención es buena y los aviones están cuidados.

La mayor pega podrían ser los aeropuertos, que tienen una zona comercial muy deficitaria y, concretamente en Trabzon, la mitada de la terminal es una carpa a la que a veces llegan tus maletas y a veces no (las mías llegaron al edificio de la terminal, propiamente dicho, a pesar de que el resto de personas de mi vuelo las recogieron en la carpa, pero nada grave).


Viaje 2: Madrid-Lisboa, Lisboa-Río de Janeiro (TAP Portugal).

Éste fue, sin duda, el peor viaje de todos. Tanto la ida como la vuelta fueron problemáticas y nunca me he sentido tan maltratada por el personal de una compañía aérea.

Salimos de Madrid en hora y sin problemas, pero, al sentarnos en el segundo avión, experimentamos cómo el tiempo pasaba sin que aquello se moviera ni nos dieran más explicaciones. Nos dijeros que había un problema técnico y que tendríamos que esperar un poco para despegar. Después de 4 horas en un avión que no se había movido un centímetro, decidieron que iban a darnos de comer antes de hacernos bajar del aparato. Preguntamos a las azafatas qué decía la normativa sobre tener a todo el pasaje 5 horas en un avión que no despega y la respuesta fue que no lo sabían.

Al bajar, fuimos a poner una queja a la compañía y, mientras tanto, se repartieron los bonos de comida y las tarjetas telefónicas a las que teníamos derecho entre el pasaje, no encontrándonos nosotros allí. Cuando fuimos a reclamar ambas cosas, nos dijeron que comida sí, pero que no tenían tarjetas. Yo exigí la mía, puesto que tenía derecho a ella según la legislación europea y me dijeron que esperara.

5 horas después de haber bajado del avión, comenzó el embarque y aún no tenía tarjeta de teléfono, por lo que me pidieron que siguiera esperando. Esperé y esperé hasta convertirme en uno de los últimos pasajeros en subir, para encontrarme con la ingrata sorpresa de que el avión era más pequeño que el anterior y que habían pedido a la gente que se sentara donde pudiera, por lo que comprenderéis que me quedé con uno de los peores asientos.

Una de las pegas fue que no podía echar atrás mi asiento, dado que tenía un chaval bastante alto detrás. Por tanto, pedía al personal que si podía sertarme en algún otro aisento para echar una cabezada. Debo decir que uno de ellos se portó muy bien y me dijo que fuera a la parte delantera y preguntara qué se podía hacer. La respuesta que encontré fue, literalmente, que si quería volar cómoda que hubiera comprado un billete de primera clase. Ante demejante respuesta, emitida de muy malas maneras, por cierto, contesté que yo tenía un asiento de pasillo en mi billete y que, si se quería poder así, me diera el asiento que me correspondía y por el que había pagado, no el peor del avión cuando, además, había sido culpa de sus compañeros que entrata la última del pasaje. Gritando contestó que nadie tenía la culpa de que el avión no hubiera podido despegar y que los que volamos en tercera no teníamos derecho a nada, así que ya podía ir callándome. Después de contestarle que la culpa era de alguien, de su compañía que no había sido capaz de cumplir con sus compromisos y que, además, la legislación europea me amparaba, volví a mi sitio, sin poder dormir y con una mala leche de aupa el Erandio.

La vuelta, sin embargo, sólo fue un poco mejor porque peor no podía ser. Salimos con retraso, 4 horitas de nada en el aeropuerto de Río de Janeiro, que ni siquiera tiene una cafetería digna de tal nombre. Al menos en Trabzon tenías dónde sentarte a tomar un café, un helado o un sandwich.

Además, el retraso suponía perder la conexión y, a pesar de los intentos del chico del mostrador de embarque por buscarnos conexión, nos tiramos una hora tranquilamente en un proceso poco fructífero, puesto que nos dieron una conexión que no era la más óptima. De todas formas, ese avión también salió retrasado casi una hora, así que volvimos a acumular un retraso más que respetable.


Viaje 3: Madrid-Londres (British Airways), Londres-Bangkok (Qantas).

De la ida no tengo queja alguna. Todo estuvo claro, conectó bien y las maletas llegaron a destino sin complicaciones.

El regreso, sin embargo, no fue tan halagüeño. Llegamos al aeropuerto y, ya en el embarque, nos informaron de que salíamos con 4 horas de retraso. Además, fueron incapaces de darme un asiento en pasillo (creo que porque a la asistente no le dio la gana), ni de sentarme con el compañero con el que viajaba.

Al menos, la nueva terminal internacional de Bangkok está muy bien pensada y tiene todo tipo de tiendas y cafeterías. Además, Qantas nos dio un vale de comida que valía para dos de los restaurantes y que, en lugar de limitar lo que podíamos comer, ponía un límite de precio a partir del cual teníamos que pagar nosotros.

En Londres, tuvimos que pasar los estrictos controles a los que te someten una y otra vez, para descubrir que teníamos un nuevo retraso por delante. Retraso que aún se agravería más una vez montados en el avión. Al final, otro porrón de horas tarde con un simple: Disculpen las molestias.


Conclusión:

Nadie te maltrata más y de un modo más indemne que las empresas aeronáuticas. Pueden salir con retraso, hablarte mal, darte los asientos que les dé la gana... Y no responden ante nadie. Pasas horas y horas entre aeropuertos y aviones y nadie responder por los perjuicios que te producen. Además, la legislación sólo te ampara si decides no volar, indemnizándote sólo por el valor del billete y no por el tiempo perdido y el dinero que ha podido suponer.

Me parece vergonzoso que una empresa pueda dar un servicio mucho peor que el que uno ha contratado y que no tengas modo alguno de defenderte de ellos. Es indignante.

En base a todo lo expuesto, me atrevo recomendaros volar con Turkish, British o Qantas que, aunque tienen sus cosas, no te tratan tan mal como otras. Sin embargo, os desaconsejo encarecidamente a TAP Portugal, la empresa aeronáutica que peor me ha tratado en toda mi vida (y mira que Iberia se esmeró hace un par de años con un retraso que me supuso llegar 24 horas tarde a destino).


Dedicado a las pobres almas que vuelan con frecuencia.

miércoles, agosto 29, 2007

Thailand

Otro viaje sobre el que voy a hablar a toro pasado, pero espero que me perdonéis.

El viaje de ida fue bien, cosa que no puedo decir del de vuelta, puesto que los retrasos volvieron a estar a la orden del día (es mi sino). El caso es que llegamos a la nueva terminal internacional de Bangkok (yo había estado en la antigua y no os podéis imaginar lo que ha mejorado aquello) y entre el control de pasaportes y los atascos para entrar en la ciudad, tardamos media vida en llegar al hotel, situado en las afueras de la ciudad.

Por supuesto, no puedo dejar de comentar que habían drenado los canales, lo que nuestras pituitarias agadecieron inmensamente, puesto que hablamos de la ciudad más pestilente que yo jamás haya pisado y, en este viaje, podíamos respirar perfectamente desde el primer momento. Es cierto que, a pesar de todo, es una ciudad de fuertes olores, ya que hay muchísimos puestos de comida ambulante que se caracterizan por el uso de muchas especias. En cualquier caso, mejor a comida que a agua podrida.

Sólo vi el Palacio Real y algunos templos desde fuera, todos ellos con esa arquitectura y esos techos que tanto les caracterizan. Es un estilo recargado, pero también muy armónico. La verdad es que me gusta.

En el único lugar sagrado en el que estuve, fue la catedral católica de Bangkok. Es realmente bonita, de estilo colonial, y, dado que tampoco hay mucho que "ver" en la ciudad, resulta una parada curiosa.

Lo que más visité fueron los mercados, mundialmente conocidos por sus falsificaciones. De todos ellos, el que más me gustó fue Chatuchak (o Weekend Market). Se trata del mercado más grande del mundo, con unos 9000 puestos en los que se puede encontrar todo lo que a uno se le pueda ocurrir. La verdad es que llegamos de chiripa, dado que íbamos a un centro comercial llamado Siam, pero el taxista dijo que había mucho atasco y que no nos llevaba, dejándonos tiradas en la estación de metro más cercana a este mercado. Después fuimos a Siam en tuk-tuk (en el que tuvimos un accidente con un coche y todo), pero no valía nada al lado de nuestro casual descubrimiento (no era más que un Corte Inglés en Tailandia).

Sin embargo, lo mejor que hay en Tailandia es la gente. Son extremadamente amables. Tanto es así, que si tratas con ellos y, por lo que sea, eres un poco brusco en algo que dices o haces, se inhiben, haciéndote sentir bastante culpable.

De todos ellos, me quedo con June, nuestra conductora. Nos llevaba a trabajar en su BMW azul todos los días. Era muy maja y amable y tengo que agradecerle su paciencia y atenciones.

Por otro lado, debo decir que me ponían malísima los pederastas europeos que iban paseando a niñas y niños por la calle hacia lo que, evidentemente, era un "inadecuado desenlace". Me revolvían las tripas los muy h... de p... Ojalá la legislación tailandesa cuiadara un poco más esas cosas. Es cierto que es destino de mucho turismo sexual, pero creo que pueden aspirar a algo mucho mejor que eso, teniendo en cuenta su riqueza natural y cultural.


Dedicado a June y todos los tailandeses que hemos tratado.

sábado, agosto 11, 2007

"Me Río de Janeiro"

Después de Turquía, hice noche en casa y me fui a Río de Janeiro, a los Juegos Panamericanos. Allí estuve en taekwondo, judo y lucha y, aunque una compañera afirmaba que no sé valorar la lucha como el "deporte noble, completo y homoerótico que es", la verdad es que lo pasé bien.

Llegué con pocas ganas, porque Turquía fue muy duro, y me costó aclimatarme al invierno brasileño, puesto que ya llegaba yo con un buena trancazo.

No tuvimos mucho tiempo libre, así que tuvimos que aprovecharlo.

Me llamó mucho la atención descubrir que el Cristo Redentor "de Corcovado" era una escultura art deco, la más grande del mundo, y que se había construido con la intención de atraer turistas. Por otro lado, subir al Pan de Azúcar también fue toda una experiencia. Las vistas son absolutamente espectaculares.

Y todo esto me lleva a preguntarme por qué el hombre busca la belleza. No es práctico invertir recursos en hacer cosas bonitas. El arte no es racional. Sin embargo, tampoco es algo que nos venga del instinto. Entonces, ¿qué parte del ser humano le llama a expresarse de forma estética?

Si nos remontamos hacia atrás en el tiempo, encontramos los primeros restos de arte asociados a manifestaciones religiosas, tales como figuras de animales venerados, estatuillas de mujeres embarazadas o alhajas con funciones rituales o mágicas. Al chocar la belleza del mundo con la razón del hombre, éste se dio cuenta de que había algo en ella que no podía explicar, pero que le atraía profundamente y, a través de esa misma belleza, fue capaz de transmitir lo que su espíritu le sugería.

Haber descubierto la belleza, esa cosa tan subjetiva y, a la vez, tan estandarizada, es quizá lo que más nos aleja de los animales. Disfrutar de una puesta de sol con el mar de fondo, de un cuadro, de una estatua, del color del bosque en otoño, del sonido de las olas, de una obra de Haëndel...

Río es una cuidad que a mí no me presta especialmente, pero he de reconocer que hay un hermosura en su naturaleza, en sus montañas, sus bosques y sus costas que merece la pena conocer.


Dedicado a Ana, Ruth y Alfonso, mis compañeros de deporte.

viernes, junio 29, 2007

Turquía "eguein"

Hace siglos que no escribo y, como me aburría, he pensado que era buen momento para retomarlo.

Pues aquí estoy de nuevo, en un evento deportivo fuera de nuestras fronteras. En este caso, los Juegos del Mar Negro. Se trata de un campeonato de juveniles de varios deportes. En concreto, estoy de responsable de resultados de natación, aunque aún están haciendo obras en la piscina (y esto empieza el martes...).

La ciudad anfitriona es Trabzon, situada al noreste de Turquía, en la costa del Mar Negro. Llegamos ayer a las tantas, así que esta mañana nos hemos permitido dar un paseillo exploratorio. Los edificios están poco cuidados y parece que la gente se toma la vida con calma. El hotel está en una zona muy comercial, así que hemos visto un montón de tiendas y hemos estado en un mercado de frutas. Es muy agradable, porque no está muy orientada al turismo, por lo que las tiendas y restaurantes están orientados a los autóctonos. En Izmir (Esmisna en español), se notaba que muchas cosas eran para guiris (que en turco significa "salida"), pero aquí es diferente y tenemos la oportunidad de ver cómo viven los turcos "de puertas adentro".

Se muestran tranquilones. De hecho, parte de la piscina esta en obras y la pista de atletismo la montaron ayer. Creo que ahora estaban poniendo las gradas, pero se lo toman con calma. Aún no podemos montar y yo no tengo ni ordenadores, pero aquí todos tranquilos. Creo que van a ser unos juegos muy flojos, aunque no parece que a esta gente le importe.

Se trata de una nueva experiencia que pienso aprovechar. A ver qué tal se da. Ya os contaré.

Gracias por seguir ahí.


Dedicado a aquellos que no se alteran por nada.

miércoles, febrero 07, 2007

Del aburrimiento al hastío...

Hoy me he pasado gran parte de la tarde haciendo dos cosas: Hablar por el messenger y pegarme con mi PDA de reciente adquisición (no, no es un modelo nuevo y maravilloso, sino la vieja PDA de mi padre, que le tiene todo menos aprecio). Y, sin ánimo de ofender a mi principar interlocutor (que por otra parte ya lo sabe), estaba aburrida hasta la médula. ¡Incluso he recordado una labor de punto de cruz que dejé a medias hace como 10 años!


Éste es Pepe, que afirma estar muriéndose de aburrimiento.

Esto me hace reflexionar y preguntarme qué hago para no aburrirme otros días. La conclusión es sencilla: No tener tiempo para ello. Entre el trabajo, los amigos, el taekwondo (sí, señores, he vuelto...), la familia... No suelo tener mucho tiempo libre y, si lo tengo, hay algún libro o tebeo pululando por ahí a la espera de ser devorado (que leo aunque no tenga tiempo, quitándome horas de sueño).

Hoy, sin embargo, tenía tanto libro como tebeos, pero no me apetecía ninguna de las dos cosas. De hecho, he ido a mi tienda friki habitual y no he encontrado nada que realmente me llamara. Es cierto que algunos tebeos y libros han captado mi atención, pero no lo suficiente como para comprar algo.

Al final, he acabado alquilando un par de películas: Separados (Peyton Reed, 2006) y La cena de los idiotas (Francis Veber, 1997), de las que sólo he visto la primera (la otra la reservo para mañana).

Descubro, con cierto asombro, que la inactividad me mata. No es que sea novedoso, es que hace tiempo que no estaba inactiva a este nivel. Llevo con el índice de actividad bajo desde que volví de vacaciones (entre otras razones, porque he estado con el peor catarro que recuerdo en muchos años) y ya empiezo a resentirme.

Además, me doy cuenta de que no soy la única. Mi hermana, que es una estudiante... Es La Estudiante, ha terminado exámenes y también está que se sube por las paredes porque, a pesar del trabajo, su nivel de actividad se ha reducido mucho esta semana.


Expresarse, dar forma al pensamiento, hallar significado a mis experiencias... ¿O de verdad creéis que escribo porque me aburro?

De esto deduzco que el problema es que estamos acostumbradas a vivir a tanta velocidad que cuando vamos a un ritmo más razonable, sentimos que vamos a paso de tortuga, que el paisaje cambia demasiado despacio y que no vamos a llegar nunca a un destino que desconocemos, pues hemos olvidado a dónde íbamos.

Vivimos muy rápido, quizá demasiado. Llega un punto en que no sé si nos damos suficiente tiempo para disfrutar de los momentos, de las cosas que están pasando aquí y ahora. Yo soy feliz, me siento feliz; pero quizá nos disfruto ni comparto mi felicidad todo lo que podría, todo lo que debería.

Medito sobre ello y no encuentro razones para pensar así, para creer que desaprovecho mi felicidad. Sin embargo, creo que es un buen momento para saborear esta entrada en el blog y compartir con vosotros mi conclusión final: Si me aburro, es porque no sé disfrutar de todos los ritmos de la vida, y ésa es una riqueza que me estoy perdiendo. Por tanto, la próxima vez descartaré el aburrimiento y disfrutaré de ese rato de silencio y paz en medio de la vida, que no es una pérdida de tiempo, sino un auténtico regalo.


Dedicado al que me aguanta en el messenger. Dios le dé paciencia...

viernes, febrero 02, 2007

Vacaciones internacionales

¡Dos entradas en una semana! Después de esto, tendré que volver a irme de vacaciones...

Volviendo al tema, he tenido dos semanas de vacaciones y, como me apetecía hacer algo especial con los días que tenía, pensé que nada mejor que ir a visitar a un buen amigo que está viviendo en Copenhage (sobre todo porque le dije que iría a verle y yo siempre cumplo con mi palabra); y luego a Taizé que, si bien no me apetecía mucho, tenía la sensación de que debía ir.

Todos los planes los hice un poco a salto de mata, pues mi jefe me avisó sólo con un par de días de antelación de que tenía que coger las vacaciones que me quedaban. Con semejante antelación, no es fácil preparar nada y, por supuesto, encontrar billetes de avión a buen precio es ciencia-ficción (menos mal que el género me gusta, que si no...).

Creo que no se puede decir que fuera una gran visita a Copenhage, sobre todo porque pude ver muy pocas cosas. En realidad, tampoco me importó mucho, porque iba principalmente a ver a mi amigo, así que todo lo demás eran extras. Conseguimos ver la famosa Sirenita de Copenhage y, como me habían adelantado, no era nada del otro jueves. En fin, estas cosas suelen decepcionar y, como me lo esperaba, tampoco sentí ninguna decepción. Supongo que la ciudad debe ser preciosa cuando hace buen tiempo, pero, como estamos hablando de Dinamarca, parece improbable que eso pase con frecuencia, y menos fuera del verano. De todas formas, reconozco que me gusto. Tiene mucho encanto.

He aquí la prueba de que estuve en Copenhage.

Lo pasé genial y conocí a algunas de las compañeras de mi amigo, que resultaron ser unas chicas muy majas.

Me llamó mucho la atención lo desprendidos que son los daneses con sus hijos. Supongo que será una cuestión educacional, pero llevan aquello de la crianza en madriguera a rajatabla. Vamos, que no vi una sóla madre con un bebé en brazos y, por lo visto, ni siquiera es raro que los dejen en el cochecito, en la calle mientras se toma una caña. ¡En Dinamarca, con el frío que hace...! Increíble.

Son muy europeos, así que su plan de fiesta consiste en emborracharse. No bailan, ni hacen nada más, sólo beben hasta la saciedad y, bueno, supongo que lo que venga después dependerá del pedal que lleve cada uno y de lo distraída o centrada que tenga la moral. Fuimos a una fiesta y, en fin, nunca he estado en una fiesta tan silenciosa en toda mi vida. No se oían los típicos gritos de festividad hispana y, mucho menos, tenían la música a un volumen insufrible. ¡Hasta tuvimos dudas de si la fiesta era allí cuando llegamos!

En cuanto a Taizé... Fue una pequeña aventura. Nunca había estado y lo que sabía venía de personas que casi no conocía. Lo más remarcable que llevaba en mi mente era que debía ser un sitio sucio y mugriento, por lo que me había contado una chica por teléfono.

Llegué y, para mi sorpresa, no sólo no era cutre, sino que estaba bastante bien. Las habitaciones estaban aceptablemente limpias y había mantas para soportar el frío de la noche. Además, tenían calefacción. Lo único malo era tener que ponerse el abrigo y toda la pesca para ir al baño (pues había que salir al exterior), pero nada más.

Las comidas eran algo más... menos... higiénico. Los cuencos y platos no solían estar muy limpios y tenían una capa de mugre de tiempos inmemoriables. De todas formas, como ya se habían hecho uno con el plato, tampoco es que se notara demasaido. Eso me despertó una vocación de friegaplatos, porque tengo la teoría de que sería bueno que se lavaran un poco a conciencia, aunque sólo fuera una vez al año. Una chica húngara tenía la misma impresión, así que daba gusto utilizar la parte de vajilla que ella fregaba.

Bueno, intendencia a parte, puede que algunos no sepáis lo que es Taizé.

Se trata de un pueblito chiquitín en la Borgoña Francesa. En él, hay una Comunidad Ecuménica de hombres fundada por el hermano Roger, que fue asesinado hace dos veranos.

Básicamente, la comunidad se dedica a la oración y la confección de distintos tipos de productos para su manutención. No obstante, se ha convertido en un lugar de oración y encuentro para un gran número de cristianos de todas las confesiones (anglicanos, protestantes, católicos romanos...). De hecho, llegó un momento en que la comunidad (formada también por hombres de distintas confesiones) se dio cuenta de que no podía acoger a todos los peregrinos ella sola, por lo que pidió ayuda a otras órdenes. Varias de ellas ayudaron por algún tiempo, pero las únicas que perseveran a fecha de hoy son las Hermanas de San Andrés (como comunidad) y un grupo de Ursulinas (que van rotando).

De este modo, los peregrinos son acogidos en Taizé y acomodados según las posibilidades del lugar. La vida es muy sencilla y gira en torno a los tres momentos de oración diarios (que se sitúan en torno a las comidas), el trabajo (todo el mundo arrima el hombro para mantener el lugar en perfectas condiciones para los siguientes peregrinos) y los encuentros.

En estos últimos, los jóvenes (que oscilan entre unos 100 por semana en invierno y unos 5.000 por semana en Semana Santa y verano) se encuentran con personas de otras confesiones, que creen de un modo distinto que ellos, pero que son capaces de compartir vivencias, experiencias y enriquecerse unos a otros. Todo gira en torno a una lectura del Evangelio y, a partir de ahí, surge la oportunidad de hablar en pequeños grupos multiconfesionales y tremendamente internacionales.

En mi grupo, por ejemplo, teníamos protestantes de distintas ramas, católicos romanos, católicos no romanos (que no sabía yo que existían) y alguno más que se me está despistando. De todas formas, también conocí anglicanos y ortodoxos. Además, éramos también de distintos países. Teníamos varios belgas, pues había un nutrido grupo esa semana, así como un canadiense, un estadounidense, un polaco, una húngara, una alemana, la española (ésa soy yo)... Vamos, que éramos un grupo muy heterogéneo.

Dos coreanas afincadas en China, uno afincado en Inlgaterra, un polaco, una letona, un filipino, un indú y la menda. ¿Es o no es internacional?

De hecho, fue una pena, porque fuimos perdiendo miembros a lo largo de la semana. Primero perdimos a los que no hablaban inglés, porque no se enteraban de nada. Después, la chica alemana se sintió incómoda con algo que uno de nosotros había dicho y se fue. El norteamericano se cambió al grupo de su novia. Aunque, claro, también tuvimos fichajes por el camino, como una filipina, otra belga, otra húgara... Pero es cierto que, al final de la semana, quedábamos sólo 5. De todas formas, hablábamos cada vez con más confianza, porque cada vez nos conocíamos más, y fue muy constructivo.

Lo que más me llamó la atención es que nadie controlaba lo que hacíamos o dejábamos de hacer. Cuando llegabas, te explicaban cómo funcionaba la acogida de peregrinos y, en base a eso y a tu concienca, hacías lo que Dios te diera a entender. Eso supone que algunos se implicaban mucho y otros muy poco, pero se compensaban y, al final, la convivencia no sólo era posible, sino que era una delicia.

He aprendido mucho, pues es mucho lo que he recibido. Me alegro un montón de haber ido y doy gracias a Dios por haberme llevado. Quizá vuelva algún día.

Taizé pretende ser un puente hacia la unión y el entendimiento de todos los creyentes.

Lo siento si estos dos últimos post no han aportado mucha profundidad al blog, pero creo que, a la luz de los hechos, no quedaba otro remedio que hablar de ello. En próximas entradas, veremos cómo evoluciona esto, porque estoy muy ilusionada con haber vuelto a escribir.


Dedicado a Luis Ja, buen amigo y gran anfitrión.

martes, enero 30, 2007

Qatar is different

Por petición de un buen amigo, me veo interpelada a escribir una entrada sobre Qatar. Me apetecía más hablar sobre mis vacaciones, pero tendré que dejarlo para más adelante (quizá mañana). De momento, os voy a hablar de un país curioso, cuando menos, y de todo lo que he tenido oportunidad de aprender allí.


Para los que no sabíais dónde queda Qatar

Yo ya había estado en septiembre y, el 15 de noviembre, volví a Qatar, a la ciudad de Doha, donde iban a celebrarse los 15th Asian Games, uno de esos eventos deportivo a imagen de los Juegos Olímpicos, pero tuneados para darles un aire más... asiático, en este caso. Por tanto, estaba allí para trabajar, como suele pasar cuando estoy fuera, y me esperaba un interesante mes por delante.

Sería muy largo, y aportaría, muy poco que os contara todo lo que ha pasado allí, así que intentaré ser breve, pero daros los datos más interesantes de este viaje.

Una de las cosas que uno tiene que comprender cuando va a Qatar es que va a ver muchos más extranjeros que catarís, puesto que se trata sólo de un 20% de la población. El resto son inmigrantes que van allí a ganar dinero para sus familias que, como decía una filipina que conocí, es lo único interesante que se puede hacer en el país.

En cualquier caso, no es fácil entrar, como tampoco lo es salir. Para ir a trabajar, tienes que tener quién te contrate y, para salir, has de tener permiso de la empresa que te contrató y no dejar ninguna deuda tras de ti, puesto que no se cortan un pelo si te han de retener en el país.

Por otra parte, los qatarís tienen mucho dinero. Gracias a los yacimientos de gas natural, el gobierno tiene unos ingresos lo tan potentes como para poder dar una asignación vitalicia a cada uno de sus ciudadanos, una vez alcanzan la mayoría de edad y se casan. Además, les ponen casa y coche. Han de trabajar un par de años en su vida, pero siempre en cargos más figurativos que reales. Si a eso añadimos que toda empresa extranjera que quiera operar allí tiene que dar un 51% de sus negocios a un catarí que lo único que hace es "apadrinarle", tenemos la combinación perfecta para crear una sociedad llena de personas ricas y ociosas.

En otro orden de cosas, no debemos olvidar que Qatar es un país musulmán hasta la médula, aunque hayan aprobado una ley de libertad de creencias (vamos, crees en lo que quieras, mientras no hables de ello, puesto que el proselitismo no musulmán está penado). Tanto es así, que existe una policía religiosa que vela por mantener la integridad de los ciudadanos de cara a su dios; y más te vale hacer el ramadán, aunque no seas de allí, porque te mirarán más que mal si te ven bebiendo un poco de agua por la calle, a pesar de que las temperaturas hayan alcanzado los 50 grados a la sombra.

Esto podría llevarnos a pensar que son gentes muy piadosas, y no estaremos desencaminados en muchos casos. De hecho, a mí no dejaba de sorprenderme que casi siempre hubiera gente rezando en los distintos lugares habituados para ellos en cada una de las instalaciones deportivas en que se desarrollaban los juegos. Sin embargo, también hay muchos que practican de puertas afuera, de un modo muy farisaico, pues no llevan en su corazón las verdades del Islam, ni acatan todas sus enseñanzas, como intentan hacer creer a sus vecinos. Algunos, se corren juergas que dejarían las de Ronaldo a la altura del betún, sin despeinarse.


La mezquita principal de la Sport City

En realidad, creo que tienen cosas admirables, como un alto concepto de la familia y (los verdaderos creyentes) una fe inquebrantable. Pero también son altivos, impertinentes y superficiales, en la mayor parte de los casos.

En el fondo, no eres más que un instrumento más en sus manos que está allí para servirles y que, por tanto, no tiene ningún derecho real en una situación de conflicto (cualquier catarí puede solicitar que se deporte a cualquiera que le moleste, así que los policías -todos extranjeros-, ¿a quién creéis que darán la razón?). Cuando entras a trabajar en el país, admites subyugarte a tu empresa y a una legislación restrictiva, tanto a nivel de acción, como de expresión (porque, sí señores, por supuesto que hay censura). Vivir allí supone aceptar la negación de tu libertad, lo quieras o no.

Además, son muy consumistas y tampoco tienen muy claro en qué gastar el mucho dinero que tienen. Son desorganizados y despilfarradores. Por ejemplo, se gastan una auténtica fortuna en construir y modificar calles que podrían haberse hecho de una sola vez con un poco de orden. Un buen día, se dan cuenta de que no han pintado las líneas, otro de que no han puesto alcantarillado... Y, con tantos cambios, el tráfico se convierte en un caos, pues nunca sabes qué tramo de la carretera encontrarás cerrado; lo que implica que los atascos no sólo son frecuentes, sino que son lo habitual.

En realidad, me dan un poco de pena. Creo que se han acostumbrado a tener tanto, que no valoran nada. Además, como no necesitan trabajar, tampoco se enfrentan a nuevos retos que supongan un aliciente para la vida. Si a eso añadimos que conoces a tu marido/mujer el día de la boda, como quien dice (los matrimonios son concertados), y que toda tu vida está marcada por todo tipo de convenciones sociales (desde tu forma de vestir, que es una túnica blanca para ellos con el correspondiente pañuelo en la cabeza, y una negra para las mujeres, con velo y pañuelo que sólo permiten que se les vean los ojos; hasta el hecho de que no puedes mostrar cariño a tu pareja en público); creo que tampoco se puede decir que ellos sean muy libres.


Creo que Qatar es una maraña de gentes privadas de su libertad que se mueve al compás del dinero, sean nacionales o extranjeros. Los catarís, porque no entienden nada que no sean ellos mismos y su dinero (ni ganas tienen...); los inmigrantes, porque han salido de sus casas en busca de un futuro mejor para sus familias o para ellos mismos, emigrando a un país en el que aceptas ser lo más parecido a un esclavo que he conocido en un país que se quiera llamar a sí mismo "civilizado".

Lo cierto es que viven en la edad media, pero con potentes todoterrenos en lugar de caballos y todo tipo de artilugios tecnológico que ni siquiera saben para qué sirven, pero que demuestran lo mucho que tienen y, por tanto, lo mucho que valen.

Si os soy sincera, prefiero mi vida que la suya (tanto de hombres, como de mujeres). Puede que no sea rica, puede que tenga que trabajar toda mi vida para ganarme el pan, pero soy libre y feliz, porque sé que hay cosas más importantes que el dinero, y esas las tengo. ¿Y vosotros?


Dedicado a Luis y Ernesto, mis dos compañeros de sede.