sábado, junio 04, 2005

La naturaleza bien, pero fuera de mi casa

Hoy, me ha pasado algo realmente fuera de lo habitual. Entro en mi habitación, después de la ducha, y, de repente, veo que una avispa entra por la ventana, que estaba abierta, y se mete en el hueco que hace un joyero que tengo con el lateral de la estantería en la que se encuentra. Después, sale muy ufana por donde entró y me deja sola en mi cuarto, abordada por terribles sospechas que me conducen hasta el objeto en cuestión, que empujo con meticuloso cuidado. Entonces, aparece ante mis ojos la confirmación de mis temores...

Image Hosted by ImageShack.us

Para los profanos, lo que hay en el canto de joyero no es otra cosa que el inicio de un avispero. Podéis imaginar mi nerviosismo y estupor ante el terrible descubrimiento. ¡Un avispero en mi cuarto, en mi habitación, junto a mi mesa de estudio y mi cama!

En ese mismo momento, decidí que tenía que deshacerme de estos inquilinos que habían comenzado la edificación de su casa, sin permiso de obras por parte de la propietaria del terreno, esto es, sin mi autorización. El asunto es... ¿Quién sabe cómo se soluciona un problema como éste?

Yo sabía que los bomberos atienden situaciones relacionadas con avisperos indeseables, pero algo tan minúsculo... Así que fui a la floristería para ver si ellos tenían alguna idea. "Rociarlo de alcohol y quemarlo", fue la única respuesta que obtuve. Claro, eso es muy eficaz en exteriores, pero no voy a prender mi estantería de madera dentro de mi casa... No tiene ningún sentido.

Después, fui a la droguería, donde me ofrecieron un porducto letal y venenoso cuyos efectos duran todavía en mi cuarto. Es más, no me atrevo a dormir allí esta noche, por temor a fallecer intoxicada (y lo digo totalmente en serio). En fin, espero que el precio sea lo suficientemente alto como para que mis inquilinas se transladen a otro barrio más rústico...

No sé si alguna vez habéis pensado en ello, pero somos unas criaturas tremendamente peculiares y contradictorias. Nos pasamos la vida cantando a la naturaleza y sus bondades, pero no queremos que se nos acerquen los insectos, que el mar se pique cuando vamos a la playa, que el viento sople con fuerza cuando practicamos senderismo, ni que la lluvia nos moje si optamos por dormir al raso... Vamos, que la naturaleza que nosotros amamos no se parece ni de lejos a la que la realidad nos ofrece.

Pero, por su esto fuera poco, queremos que nuestra casa esté en un entorno natural, aunque sin sus naturales inquilinos. Un ejemplo es mi historia de hoy. Yo vivo en una zona muy ajardinada, cerca de un lago en el que conviven varias especies de patos, peces y, en los alrededores, un importante abanico de aves e insectos; amén de conejos, ranas, sapos y culebras. Por tanto, ¿qué tiene de extraño que un insecto decida vivir en mi casa? Varias arañas lo han pensado a lo largo de los años, aunque yo las haya exterminado con un rigor hitleriano. Eso me molestaba, por supuesto, pero no me extrañaba. Sin embargo, mi nueva compañera de vivienda me incomodaba bastante más; quizá por falta de costumbre, quizá porque quería formar una familia numerosa tan cerca de mí.

El caso es que nosotros no amamos la naturaleza, amamos algunos de los aspectos que con ella se relacionan. Sin embargo, lo cierto es que sólo nos queremos a nosotros mismos, a nuestra especie y aquello que nuestra especie puede hacer con lo que la física y la biología nos han regalado.

La naturaleza bien, pero fuera de mi casa.


Dedicado a Bea-chan.

2 comentarios:

Hîthwen Fëadür dijo...

jejej, q susto, a mi una vez se me metieron dos golondrinas en el armario que por aquel entonces tenia la puerta rota.

No es que no amemos la naturaleza, hay gustos para todo, a mi me gusta el mar picado para dejarme llevar por las olas,caminar bajo la lluvia y el viento, andar por la montaña por donde no hay camino, claro q no me gusta toparme con una culebrao similar, pero no porque no me guste la naturaleza, es porque temo ser dañada, tambien las vacas se espantan las moscas con el rabo...

Pero somos bichos territoriales y dominantes, llevamos millones de años intentando domeñar la naturaleza y nos sienta mal que se rebele

Anónimo dijo...

A mi se me coló un murciélago en casa cuando era pequeño, y desde entonces los he mirado de otra forma...

Estoy de acuerdo que compartir la casa, sólo previa entrevista.